¿Existe la posibilidad de trascender todas las narrativas para el ser humano?
- Marcelo Gallo
- Apr 18
- 3 min read
¿Existe la posibilidad para estar atrapado en ninguna narrativa para el ser humano? Es el mejor cambio posible pasar de una narrativa a otra?
¿Existe la posibilidad de estar atrapado en ninguna narrativa?
En un sentido radical, probablemente no. La mente humana funciona narrativamente: organiza la experiencia en tiempo, causa, identidad, sentido. Hasta cuando decimos “quiero estar más presente” o “quiero silenciar la mente”, ya estamos en una micro-narrativa: la del buscador, la del que se quiere liberar, la del que cree que hay algo mejor o más verdadero en el silencio.
Ahora bien, hay momentos en los que se puede aflojar la narrativa dominante. Meditación profunda, experiencias de flow, arte, naturaleza, momentos de éxtasis o dolor intensos… En esos momentos, el “yo” narrativo se disuelve un poco, y aparece otra forma de estar: más sensorial, más inmediata. Pero siempre hay un relato que acecha para volver a tomar el control. Incluso cuando decimos “no había narrativa”, ya la estamos contando.
¿Es el mejor cambio posible pasar de una narrativa a otra?
Depende. Cambiar de narrativa puede ser liberador si salimos de una que nos oprime. Por ejemplo, pasar de “soy un fracaso” a “estoy aprendiendo” puede ser vital. Pero también puede ser una forma más sutil de seguir atrapadxs, solo que en una cárcel más linda.
Quizás el cambio más profundo no es de narrativa, sino de relación con todas las narrativas. Poder verlas venir, habitarlas cuando sirven, y soltarlas cuando ya no. No creerlas del todo. Cultivar un espacio interior que las observe sin fundirse con ellas. Algo que en algunas tradiciones llaman testigo, en otras mente observadora, o incluso compasión.
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1. La narrativa como personaje
Objetivo: Darle forma a una narrativa dominante para poder dialogar con ella.
Ejercicio:
• Escribí una carta desde una narrativa que te limita o te duele (por ejemplo, “no soy suficiente”, “tengo que estar en control”, “si me relajo, todo se derrumba”).
• Luego, respondé desde tu parte compasiva o sabia (puede ser una versión mayor de vos, un maestro/a, una figura interna amorosa).
• Leé ambas cartas en voz alta, dándoles tono y cuerpo.
• ¿Qué quiere esa narrativa para vos? ¿Qué teme? ¿Qué aprendió en su momento?
Variante: Podés dibujar o ponerle un nombre y forma (como si fuera un personaje de un cuento) para humanizarla sin que te controle.
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2. Meditación del teatro interior
Objetivo: Observar sin juicio las voces internas y narrativas como si fueran personajes en escena.
Ejercicio:
• Sentate en silencio y visualizá un pequeño teatro frente a vos.
• Dejá que aparezcan las voces internas (narrativas, pensamientos, emociones).
• No las rechaces. Observá cómo entran, actúan, dicen lo suyo.
• Agradeceles su presencia y dejá que salgan del escenario.
• Detrás de escena hay un testigo silencioso que simplemente mira. Quedate ahí un rato.
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3. Reescritura poética del relato
Objetivo: Transformar una narrativa dolorosa en algo más amplio, creativo y con sentido.
Ejercicio:
• Escribí un relato que exprese una narrativa vieja. Puede ser en forma de cuento, poema, diario íntimo, etc.
• Luego, reescribilo, no para cambiar “los hechos” sino para integrar otros ángulos: ¿Qué aprendiste? ¿Dónde estuvo tu fuerza? ¿Qué belleza o humanidad apareció incluso en el dolor?
• Usá lenguaje metafórico, poético, simbólico si te sale. Lo importante es que no sea solo “cognitivo”, sino también sensorial y afectivo.
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4. Meditación guiada: “Te veo, y te dejo ser”
Objetivo: Soltar la identificación sin rechazar.
Guión básico:
• Sentate en silencio. Respiración suave.
• Dejá que aparezcan pensamientos, emociones, historias.
• A cada una, decile internamente: “Te veo… y te dejo ser”.
• Si vuelve una y otra vez, repetí la frase con amabilidad.
• Terminá con unas palabras de gratitud: “Gracias por querer cuidarme a tu manera. Ahora puedo estar un poco más libre.”
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5. Ritual de fuego o agua
Objetivo: Soltar una narrativa con un gesto simbólico.
Ejercicio:
• Escribí una narrativa que quieras soltar o transformar en un papel.
• Conectate con todo lo que te dio esa narrativa: qué te enseñó, cómo te protegió.
• Luego, si te sentís listx, quemala (si tenés un espacio seguro) o disolvela en agua.
• Mientras lo hacés, decí algo como: “Gracias por lo vivido. Ahora puedo caminar distinto.”
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