El momento presente no existe: pero podemos inventarlo gracias a nuestro cerebro
- Marcelo Gallo
- Apr 20
- 5 min read
Un ensayo sobre funciones ejecutivas, contemplación y diseño interno
El momento presente no es un lugar. No es un punto fijo en el tiempo que podamos señalar, atrapar o conservar. Más bien, es una mesa de trabajo mental que nuestro cerebro construye para procesar la realidad.
No nacemos con esa mesa ya armada. La vamos diseñando. Cada vez que enfocamos la atención, cada vez que regulamos una emoción, cada vez que decidimos qué información sostener y cuál dejar ir, estamos activando las funciones ejecutivas que hacen posible esa experiencia a la que llamamos “presente”.
El presente como arquitectura cognitiva
La memoria de trabajo es la superficie donde se apoya esta mesa. Es un sistema que nos permite mantener información temporalmente activa para operar con ella: una palabra recién dicha, una imagen que aún resuena, una sensación corporal que empieza a tomar forma.
Sin esta función, todo se desmorona. El presente se dispersa en estímulos inconexos.
Pero cuando la memoria de trabajo funciona en conjunto con el control inhibitorio (la capacidad de decirle “no” a las distracciones) y la flexibilidad cognitiva (la capacidad de cambiar de perspectiva), aparece algo extraordinario: la posibilidad de construir un espacio interno habitable, donde se ordena lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos.
Mindfulness como carpintería interior
La práctica del mindfulness es un entrenamiento consciente de estas habilidades. En vez de reaccionar de inmediato, detenemos el impulso, respiramos, y reorganizamos nuestra mesa. Es como aprender a usar bien las herramientas. A limpiar el espacio de trabajo. A decidir qué merece estar sobre la mesa y qué puede dejarse para después.
Investigaciones como las de Zeidan et al. (2010) y Jha et al. (2007) muestran que incluso breves períodos de entrenamiento en mindfulness pueden mejorar significativamente la memoria de trabajo y otras funciones ejecutivas, fortaleciendo las estructuras cerebrales implicadas en la atención sostenida y la regulación emocional (Zeidan et al., 2010; Jha et al., 2007).
Un ahora creado, no encontrado
En este marco, el presente no es algo que se descubre, sino algo que se fabrica. Es una construcción neurocognitiva dinámica, que depende de cómo integramos el pasado reciente, las expectativas futuras y lo que sentimos en este momento. Como una escena que va tomando forma en la mesa de montaje de una película.
Y cuanto más entrenamos nuestras capacidades ejecutivas —a través de la meditación, la contemplación, la autorregulación— más hábilmente podemos construir ese espacio interno.
Entonces, sí: el momento presente no existe como una cosa fija. Pero podemos inventarlo. Podemos construirlo como se arma una buena mesa de trabajo: con claridad, orden, intención y cuidado. No para escapar de la vida, sino para procesarla de verdad.
La consciencia no está ubicada en una sola parte del cerebro, sino que surge de la interacción entre múltiples sistemas cerebrales que integran información sensorial, emocional, atencional y autobiográfica. Pero podemos destacar algunas estructuras clave que deben funcionar coordinadamente para que una persona pueda experimentarse consciente, es decir, con un sentido del "yo" presente y activo en el mundo.
1. Corteza prefrontal (especialmente dorsolateral y ventromedial)
Está involucrada en el pensamiento complejo, la toma de decisiones, el juicio y la autorreflexión.
Su papel en la metacognición (pensar sobre nuestros propios pensamientos) es esencial para la autoconciencia.
También participa en el control de la atención y en las llamadas funciones ejecutivas.
2. Corteza cingulada anterior
Actúa como un "interruptor atencional", ayudando a detectar errores, conflictos y cambios internos o externos.
Se activa cuando necesitamos regular emociones o comportamientos, y contribuye al sentido de agencia (la sensación de estar a cargo de nuestras acciones).
3. Ínsula
Integra la percepción del cuerpo (interocepción) con estados emocionales.
Es crucial para que nos sintamos desde dentro, conectando lo fisiológico con lo subjetivo.
4. Red de Modo por Defecto (Default Mode Network - DMN)
Implicada en la autorreferencia, la construcción de la narrativa personal y el pensamiento interno espontáneo.
Incluye la corteza prefrontal medial, el precúneo, y partes del lóbulo parietal.
Está activa cuando no estamos enfocados en tareas externas, y se cree que sustenta el sentido del yo en el tiempo.
5. Tálamo
Actúa como una central de distribución sensorial, permitiendo que diferentes regiones corticales se comuniquen.
Sin su funcionamiento, no podríamos integrar la información necesaria para sostener la experiencia consciente.
6. Formación reticular del tronco encefálico
Responsable del nivel de vigilia y activación.
Sin este sistema activado, no habría base neuronal para la consciencia: es lo que está afectado, por ejemplo, en estados de coma.
En resumen:
Para experimentarnos como conscientes, necesitamos:
Recibir y procesar información sensorial (tálamo, cortezas sensoriales)
Estar despiertos (tronco encefálico)
Poder enfocarnos y autorregularnos (corteza prefrontal, cingulada)
Sentirnos desde dentro (ínsula)
Tener una narrativa personal activa (red de modo por defecto)
Y quizás lo más fascinante: estas redes pueden modularse con entrenamiento mental. La meditación, por ejemplo, ha mostrado cambiar el equilibrio entre la red de modo por defecto y las redes atencionales, permitiendo una experiencia más lúcida del momento presente.
Seis formas de perder el presente: cómo la consciencia se fragmenta cuando el cerebro falla
El momento presente, ese delicado equilibrio de percepción, atención y sentido de sí, puede desmoronarse cuando alguna de las áreas cerebrales clave deja de funcionar. A continuación, te muestro seis formas en que el presente se rompe, una por cada estructura fundamental.
1. Corteza prefrontal: cuando no hay dirección ni reflexión
Cuando la corteza prefrontal se ve afectada (por daño traumático, envejecimiento severo o demencias como el Alzheimer), las personas pueden perder la capacidad de planificar, reflexionar sobre sus actos o sostener una intención consciente. El presente se vuelve reactivo, desorganizado. Aparecen impulsividad, desinhibición, o una especie de vacío directivo: todo está pasando, pero no hay nadie al timón.
2. Corteza cingulada anterior: cuando no podemos cambiar el foco
Si esta región no funciona bien, se compromete la capacidad de mover la atención de manera flexible y de notar errores o incongruencias internas. Esto se observa en personas con trastornos obsesivos o depresivos graves, donde la atención queda “pegada” a ciertos pensamientos o emociones, como si no hubiera forma de resetear la experiencia. El presente se convierte en un loop.
3. Ínsula: cuando el cuerpo no se siente
El daño en la ínsula puede desconectarnos de la interocepción: no sentimos claramente lo que está pasando dentro de nuestro cuerpo. Esto se ha observado en ciertos casos de alexitimia (dificultad para identificar emociones) o después de infartos cerebrales en esa región. También hay indicios en algunos trastornos del espectro autista. El resultado: un presente sin sensaciones, como si el cuerpo fuera un fantasma.
4. Red de Modo por Defecto: cuando no hay un yo
Lesiones o alteraciones en la DMN pueden llevar a una pérdida del sentido de continuidad del yo. Se ha observado en pacientes con Alzheimer, esquizofrenia o incluso en estados inducidos por psicodélicos (donde se apaga temporalmente esta red). En estos casos, el presente puede vivirse sin referencias personales, sin historia. Es un ahora suelto, sin contexto interno.
5. Tálamo: cuando los sentidos no llegan
El tálamo es el gran distribuidor de la información sensorial. Cuando se daña (como en ciertas lesiones profundas o hemorragias), la persona puede entrar en estados de conciencia mínima o incluso coma. Sin el tálamo, no hay información confiable para montar la experiencia. El presente se vuelve inaccesible, como una sala de control sin pantallas.
6. Formación reticular del tronco encefálico: cuando no hay vigilia
Este sistema es el motor de encendido del cerebro. Lesiones en esta zona producen pérdida de la consciencia total: coma, estados vegetativos o muerte cerebral. No hay experiencia, ni atención, ni procesamiento. Solo la máquina biológica funcionando, sin presencia subjetiva. Es el silencio del presente.



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