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🧊 El manguerazo: una práctica de exposición, disposición abierta y regulación emocional

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Nov 17
  • 5 min read

(o cómo un simple lápiz de agua fría se transforma en un laboratorio terapéutico)

Hay algo casi primitivo en pararte bajo un chorro de agua fría. No es heroísmo. Es un acto de presencia encarnada. Un espacio concreto donde aparece tu sistema nervioso, sin metáforas: esto soy yo frente a una sensación intensa que no elegí pero a la que puedo responder de otro modo.


El “manguerazo” —ese lápiz de agua helada que atravesás voluntariamente— se convierte así en una práctica simple y poderosa de:


  • Exposición graduada

  • Apertura experiencial (ACT)

  • Regulación emocional desde el cuerpo (DBT)

  • Entrenamiento atencional

  • Metacognición somática

  • Flexibilidad psicológica



No es sufrimiento por sufrir. Es un laboratorio en miniatura donde practicás exactamente lo que después necesitás en la vida cotidiana: avanzar hacia lo que importa sosteniendo la incomodidad inevitable.





🌬️

1. Exposición: un encuentro controlado con lo que evitamos



El agua fría dispara automáticamente:


  • tensión

  • contracción torácica

  • respiración entrecortada

  • la micro-fantasía de “salí de acá ya”



La clave de la exposición es quedarte lo suficiente para aprender que:


  1. la sensación sube,

  2. alcanza un pico,

  3. y baja.



Este mapa temporal —que en ansiedad suele sentirse infinito— acá se vuelve evidente. El cuerpo aprende que puede atravesar.





🫁

2. Disposición abierta: dejar que la experiencia se mueva sin pelearla



En ACT esto es “openness” o aceptación activa: no me resigno, me abro.

No es “me gusta el agua fría” sino “puedo estar acá sin pelear con cada sensación”.


La práctica consiste en:


  • sentir la contracción inicial,

  • dejar de resistir,

  • permitir que el cuerpo haga espacio,

  • y acompañar con respiraciones amplias.



Ese momento donde dejás de luchar es uno de los aprendizajes centrales de la vida emocional: ahí aparece la flexibilidad, la amplitud, el “hay lugar para esto”.





🎯

3. Foco y avance: sostener el rumbo bajo estímulo



El agua fría genera micro-caos fisiológico. Justo ahí entrenás la habilidad más difícil:


  • mantener foco

  • dirigir la atención

  • no abandonar el camino elegido



En DBT esto se conecta con mindfulness efectivo y con acción opuesta: elegís avanzar incluso cuando la emoción pide retirada.


Cada segundo bajo el manguerazo es un recordatorio somático:

“puedo avanzar aunque mi mente diga que no”.


Este músculo se usa después cuando necesitás:


  • hablar de un tema incómodo

  • sostener un límite claro

  • volver al consultorio cuando estás cansado

  • encarar una conversación pendiente

  • seguir tu propio plan aunque aparezca ansiedad






4. Vencer resistencias mentales: la mini-batalla que te entrena para la vida



Las resistencias aparecen como frases internas conocidas:


  • “es demasiado”

  • “mejor mañana”

  • “no vale la pena”

  • “no estoy para esto”



El manguerazo sirve como una clase corta de manejo de resistencias:

las observás, no les das la llave de tu comportamiento, y seguís.


Este entrenamiento tiene transferencia directa a:


  • iniciar rutinas nuevas

  • retomar movimiento después de una lesión

  • frenar impulsos de abandono

  • tolerar frustración

  • modular impulsos emocionales intensos






🌡️

5. Regulación emocional: bajar el sistema sin forzarlo



La exposición al agua fría activa el sistema simpático, pero la respiración sostenida activa el parasimpático. Esa coexistencia de activación + calma es el secreto.


Aprendés a:


  • regularte desde adentro,

  • no depender solo de condiciones externas,

  • tolerar olas emocionales sin entrar en pánico.



El cuerpo registra que vos estás al mando, no la sensación.





🧭

La práctica (simple y poderosa)



  1. Parate frente al chorro.

  2. Exhalá largo.

  3. Entrá lento, no a lo bruto.

  4. Poné atención en:


    • el pecho,

    • la mandíbula,

    • el abdomen.


  5. Permití la ola inicial.

  6. Respirá como si hicieras lugar.

  7. Quedate 20–30 segundos.

  8. Salí sin dramatizar.

  9. Notá el rebote cálido del cuerpo.

  10. Agradecé el trabajo.






💬

Qué estás entrenando realmente



  • tolerancia a la frustración

  • flexibilidad frente al malestar

  • foco sostenido

  • acercarte a lo que importa aunque incomode

  • bajar el sistema nervioso desde adentro

  • autoconfianza somática: “sé que puedo atravesar esto”












🧩

6. La práctica encarnada: qué pasa cuando mojás distintas partes del cuerpo



El agua fría no cae igual en todos lados. Cada zona tiene su propio idioma somatosensorial, y prestarle atención convierte el manguerazo en un mapa de autoconocimiento que pocas prácticas brindan.



🔹 a) Pies y piernas: territorio, sostén, impulso



Cuando el agua toca los pies y los tobillos, lo primero que aparece es una micro-retirada: el cuerpo quiere levantar el pie, escapar.

Ahí entrenás:


  • sostén

  • estabilidad

  • “raíz”

  • la capacidad de quedarte sin colapsar



Las piernas muestran tus primeros impulsos: si querés avanzar o retroceder. Notalo sin juzgar.



🔹 b) Abdomen y bajo vientre: vulnerabilidad, centro emocional



El agua fría en el abdomen despierta una reacción visceral:

una braceada de aire, una contracción protectora, un “no quiero”.


Este es el punto ideal para observar:


  • cómo aparece la vulnerabilidad,

  • cómo la mente intenta negociar,

  • cómo se activa el “nudo emocional” que solemos cargar.



La respiración profunda acá es clave: el abdomen es donde más se aprende a hacer lugar.



🔹 c) Pecho y clavículas: respiración, apertura, coraje



Cuando el agua llega al pecho aparece el dilema: abrirte o cerrarte.


El frío quiere cerrarte los hombros hacia adelante.

La práctica es trabajar el gesto contrario:


  • abrir un poco

  • dejar que el aire entre

  • sentir que hay espacio aunque sea intenso



Esto fortalece el reflejo más importante en situaciones emocionales difíciles:

“seguir respirando en vez de contraerme”.



🔹 d) Espalda alta y omóplatos: cargas, tensiones viejas



El agua en la espalda trae sensaciones más profundas y antiguas:

el peso, las defensas, la coraza muscular.


Prestá atención a:


  • cuánta tensión sostenés sin darte cuenta

  • si aparece alivio al relajar los omóplatos

  • si podés aflojar el cuello aunque sea 5%



Es una lectura honesta de tu postura emocional en la vida.



🔹 e) Brazos y antebrazos: acción, voluntad, agencia



Son las partes que usamos para:


  • empujar

  • defender

  • pedir ayuda

  • crear

  • trabajar



Al mojarlos, observá si se tensan de más, si buscás control, si querés protegerte.

Acá entrenás la idea DBT de “acción efectiva”:

no reaccionar impulsivamente; elegir qué hacer.



🔹 f) Cabeza y nuca: identidad, alerta, rendición



Cuando el agua cae sobre la cabeza se activa el sistema de alerta.

Es el punto de mayor intensidad.


La práctica:


  • bajar un poquito la mandíbula

  • exhalar largo

  • no pelear con la sensación

  • permitir el “golpe” inicial sin dramatizar



Lo que se entrena acá es brutalmente útil en la vida diaria:

soltar el control cuando la intensidad es alta.





🧘‍♂️

7. Posturas bajo el agua: cómo cambia la experiencia según te colocás



Distintas posturas despiertan distintas emociones, exactamente igual que en las prácticas somáticas de trauma, yoga, DBT encarnada o terapia sensoriomotriz.



🔸 Postura 1 — De frente, con el pecho expuesto



Es la postura más vulnerable.

Entrena:


  • apertura

  • coraje

  • contacto directo con la experiencia

  • sostener el impulso de cerrar



Es la mejor para trabajar apertura experiencial (ACT).



🔸 Postura 2 — De costado, un omóplato adelante



Genera una sensación de “negociación”: mitad expuesto, mitad protegido.

Ideal para personas que necesitan progresión gradual.

Acá se aprende a regular sin forzar.



🔸 Postura 3 — De espaldas



Despierta:


  • memoria corporal profunda

  • los músculos que sostienen carga

  • las defensas antiguas



Es excelente para observar tensiones automáticas y practicar aflojar sin perder eje.



🔸 Postura 4 — Cuello inclinado y nuca bajo el agua



Activa el sistema de alerta.

Perfecta para trabajar la habilidad de DBT: “calmar mientras atravieso lo intenso”.



🔸 Postura 5 — Inclinación ligera hacia adelante



Genera sensación de “ir hacia algo”.

Acá entrenás:


  • movimiento con foco

  • avanzar pese a la incomodidad

  • sostener rumbo

  • flexibilidad bajo estrés



Es la postura más parecida a enfrentar un conflicto interpersonal o tomar una decisión difícil.





🧊

8. Práctica guiada completa (lista para usar o grabar)



1. Parate frente al chorro.

Notá lo que anticipa tu cuerpo antes de que pase algo.


2. Entrá con los pies.

Observá el impulso de retirada.


3. Subí a piernas, abdomen, pecho.

Respirá como si hicieras lugar.


4. Dale espacio a cada zona.

Decí internamente: “esto también puede estar”.


5. Probá tres posturas:


  • pecho abierto

  • costado

  • espalda



6. Sentí la diferencia.

No busques una “mejor”, buscá qué te enseña cada una.


7. Terminá con cabeza y nuca.

Exhalá largo. Permití la ola.


8. Salí lento.

Sentí el calor que vuelve, la circulación que despierta.


9. Preguntate:


  • ¿Dónde me cerré más?

  • ¿Dónde hice lugar?

  • ¿Qué me sorprendió?

  • ¿Qué me dice esto de cómo enfrento lo difícil?



10. Cerrá con una frase ancla:

“Puedo atravesar esto. Mi cuerpo sabe cómo.”




 
 
 

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© 2025 by Marcelo Gallo de Urioste, Licenciado en Psicología. 

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