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“Shitposting” desde Terapias Contextuales y distintos Psicoanálisis

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Jul 16
  • 11 min read

Introducción general al doble artículo sobre shitposting: entre el síntoma y la función, entre el gesto y el alivio



“El ser humano se defiende del dolor como puede. A veces con arte, a veces con ironía, a veces con memes pixelados de gatos cósmicos.”




En la siguiente artículo, proponemos una exploración doble —y complementaria— sobre una práctica digital cotidiana y aparentemente banal: el shitposting. Esa forma de publicar contenidos absurdos, sarcásticos, grotescos o desconcertantes en redes sociales, foros o espacios de conversación, suele ser ignorada como ruido, o celebrada como humor sin mayor análisis. Sin embargo, en su aparente simpleza, contiene un potencial psíquico, simbólico y clínico profundo.


Lo que una persona postea sin pensar puede ser justamente aquello que necesita decir sin saberlo aún.



¿Qué es un Shitpost, si no un grito camuflado?



El primer capítulo se adentra en esta pregunta desde una perspectiva psicoanalítica y artística, entendiendo el shitposting como un gesto inconsciente, como una condensación simbólica, como un síntoma o acto fallido digital que recuerda a las vanguardias del siglo XX: el dadaísmo, el arte conceptual, el happening. Se lo vincula con el retorno de lo reprimido (Freud), con el goce fuera de sentido (Lacan), con el juego transicional (Winnicott) y con las nuevas formas de sublimación torpe o abyecta (Kristeva, Bleichmar, Kramer, Bollas). La hipótesis es clara: en su sinsentido, el shitpost a veces dice más que el lenguaje formal. Expresa lo que el sujeto no puede nombrar directamente, y genera un eco simbólico en quienes lo reciben.


El segundo capítulo, por su parte, retoma el fenómeno desde la mirada de las terapias contextuales y cognitivas-conductuales, especialmente ACT, DBT y FAP. Allí se aborda el shitposting como una conducta de alivio emocional, una forma de regulación que reduce momentáneamente el malestar y se ve reforzada por la respuesta social digital. Pero también se plantea el riesgo de que esa conducta se vuelva una trampa: cuando el alivio se transforma en identidad, cuando el meme reemplaza al contacto genuino, cuando el humor devora la vulnerabilidad. Se lo analiza como una forma de evitación experiencial, como parte de un repertorio emocional empobrecido, y como una identidad reforzada por performance constante.


Ambos enfoques, lejos de oponerse, se miran desde ángulos diferentes a un mismo fenómeno. Donde el psicoanálisis ve un síntoma, ACT ve una función. Donde el arte-terapia ve una expresión simbólica bruta, DBT ve una estrategia de supervivencia. Ambos ven algo crucial: el sufrimiento humano detrás del meme, la creatividad desesperada que intenta conectar, y la necesidad profunda —aún disfrazada de sinsentido— de ser comprendido.





¿Por qué escribir sobre

shitposting

en un libro serio?



Porque el dolor humano también se expresa en formas informales. Porque lo grotesco no es lo opuesto a lo verdadero. Porque en el gesto de compartir un meme oscuro y absurdo, muchas personas están pidiendo contacto, aunque no sepan cómo. Porque en una época saturada de estímulos, lo que parece basura a veces es mensaje.


Y porque, como terapeutas, creadores, docentes, amigos, o lectores atentos, tenemos la oportunidad de leer más allá de lo evidente, de acercarnos a las nuevas formas en las que las personas intentan no hundirse del todo.


A veces, el arte y la terapia son eso: no hundirse del todo. Y un shitpost, cuando se lo escucha bien, puede ser una boya.







El shitposting como síntoma, gesto y arte: exploraciones desde el psicoanálisis y la creación +



“Lo que uno no puede decir, uno lo postea.”

– Aproximación libre a Wittgenstein





1. Introducción: Lo desechable como forma



El shitposting es, a simple vista, una forma de comunicación irónica, absurda o deliberadamente inútil que abunda en internet. Sin embargo, su persistencia, su carácter viral y su contenido semiótico lo hacen merecedor de una lectura más profunda. Lejos de ser meramente ruido digital, el shitpost se vuelve, en muchos casos, una condensación simbólica de malestar, deseo, resistencia o ironía ante el orden simbólico dominante.


Este capítulo busca ubicar el fenómeno del shitposting en diálogo con el psicoanálisis (desde Freud a Winnicott, pasando por Lacan y autores contemporáneos como Green y Bollas), con la historia del arte conceptual y la arteterapia. Veremos que el shitpost puede leerse como síntoma, como juego, como gesto artístico inconsciente y también como acto creativo primario.





2. Lo pulsional, lo informe y el retorno de lo reprimido



Desde Freud, sabemos que lo reprimido retorna disfrazado. En El chiste y su relación con lo inconsciente (1905), Freud ya anticipa que el humor puede ser un vehículo privilegiado para las formaciones del inconsciente, especialmente cuando bordea el sinsentido. En ese sentido, muchos shitposts son auténticos chistes fallidos del aparato psíquico: condensaciones, desplazamientos, pulsiones desbordadas.


El uso deliberado de lo feo, lo absurdo o lo mal hecho puede remitirnos también al concepto de “formaciones del inconsciente”, tal como Freud las describe: sueños, lapsus, síntomas… y podríamos añadir: shitposts.


“Lo reprimido no retorna de forma limpia ni elevada. A menudo regresa en el barro, disfrazado de broma tonta.”

– Anónimo, foro de Reddit


Lacan, por su parte, propone que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”, pero también que hay algo que no entra en el lenguaje, un resto (le reste) que se manifiesta como goce o como real. El shitposting podría pensarse como esa escritura fallida del goce: desarticulada, insoportable, pero repetida una y otra vez en busca de algo que no puede simbolizarse.





3. El gesto creativo primario y el objeto transicional



Winnicott nos habla del juego y la creatividad como modos de existencia. En Realidad y juego (1971), describe el espacio transicional como un área donde el sujeto puede jugar, crear y simbolizar sin que se le exija una adaptación plena al mundo externo. El shitposting, en muchos casos, se ubica en ese espacio flotante: no es ni comunicación seria ni arte tradicional, pero sí una forma de jugar con los códigos del mundo.


Desde esta perspectiva, el shitpost puede ser un objeto transicional digital, una suerte de osito de peluche grotesco que el sujeto lanza al espacio virtual para sostenerse frente a lo real.


“El arte se inicia cuando algo se hace con seriedad suficiente como para jugar con ello.”

– Donald Winnicott


También se vincula con lo que Bollas llamaría un “objeto transformacional” (1987), es decir, una experiencia o creación que permite al sujeto transformarse en su contacto con ella. Aunque sea ridículo o grotesco, un shitpost puede contener algo de esa función: una imagen que resuena, que provoca risa, náusea o tristeza, y que deja una marca.





4. El artista como borderline digital



Desde el punto de vista del arte, el shitposting remite a ciertas estéticas del siglo XX: el dadaísmo (con sus collages absurdos y provocadores), el arte povera (con materiales “pobres”), el situacionismo (con sus détournements simbólicos), el punk (con su grito deforme y sin técnica), y el arte conceptual (que prioriza la idea por sobre la forma).


El artista shitposter actúa como una figura borderline: no busca reconocimiento estético, ni narración coherente, ni belleza. Produce una forma que niega toda forma, y en ese gesto, aparece el acto artístico. En palabras de Hal Foster, es un arte “postestético”, donde lo importante no es lo que se ve, sino lo que se activa en la experiencia del receptor.





5. Arteterapia, disociación y expresión simbólica bruta



La arteterapia —en sus formas históricas y contemporáneas— ha reconocido desde hace décadas que lo desprolijo, lo feo o lo infantil en la creación puede ser más revelador que una obra “terminada”.


Edith Kramer, pionera del arte terapia, hablaba de la función sublimatoria del arte, permitiendo expresar contenido emocional en formas tolerables. Sin embargo, cuando la sublimación falla o no se desea, surge otro tipo de descarga: el “acting out simbólico”, donde el shitpost puede ser la versión digital de un garabato desesperado en la pared de un baño público.


“En la expresión artística espontánea hay verdad psíquica, incluso cuando no hay forma ni intención.”

– Edith Kramer


Más recientemente, arteterapeutas contemporáneos como Cathy Malchiodi han señalado cómo la creación digital —incluyendo memes y collages absurdos— puede constituir un espacio de juego psíquico, de reintegración simbólica e incluso de regulación emocional.





6. Recepción, contratransferencia y el lugar del otro



El público frente al shitposting ocupa un lugar ambiguo. A veces se ríe, a veces ignora, a veces se identifica sin saber por qué. Como en una transferencia silenciosa, el receptor del shitpost recibe algo que no estaba preparado para entender, pero que igual lo toca.


En muchos casos, se produce una contratransferencia emocional: extrañeza, risa nerviosa, melancolía, ansiedad, asco. Como dice Silvia Bleichmar sobre el arte: “No es el contenido lo que conmueve, sino la condensación de sentido que pone en marcha la maquinaria inconsciente del espectador.”


El shitpost, en su mejor versión, es un espejo roto donde el lector se refleja y no se reconoce. Pero esa ruptura también es apertura.





7. Conclusión: El síntoma se volvió cultura



El shitposting puede ser síntoma, puede ser arte, puede ser juego. Pero sobre todo, es un signo cultural. Testimonio de una época donde la lógica del rendimiento, la velocidad y la saturación simbólica hacen estallar los cauces tradicionales de la palabra y la imagen.


Como dice Julia Kristeva: “Lo abyecto nos atrae y nos repele. Lo que no podemos integrar simbólicamente retorna como escoria, como broma oscura, como vómito disfrazado de carcajada.”


En esa frontera, el shitpost se convierte en lenguaje de los sin-lenguaje. Arte sin museo. Dolor sin nombre. Humor sin sentido. Grito sin grito.


Y tal vez, precisamente ahí, está su potencia.





Referencias bibliográficas



  • Freud, S. (1905). El chiste y su relación con lo inconsciente.

  • Lacan, J. (1966). Escritos.

  • Winnicott, D. W. (1971). Realidad y juego.

  • Bollas, C. (1987). El objeto transformacional.

  • Foster, H. (1996). The Return of the Real.

  • Bleichmar, S. (2005). La fundación del inconsciente.

  • Kristeva, J. (1980). Poderes de la perversión.

  • Kramer, E. (1971). Art as Therapy with Children.

  • Malchiodi, C. (2012). Art Therapy and Health Care.






Parte 2: Shitposting como conducta de alivio y trampa de identidad: una lectura desde las terapias contextuales



“El humor que no quiere decir nada, a veces lo dice todo.”





1. Introducción: Un meme como acto, no como chiste



La expansión del shitposting en la cultura digital puede parecer trivial desde un punto de vista superficial. Sin embargo, si atendemos a su función —el para qué de esa conducta— emerge una realidad psicológica más compleja: el shitposting es, muchas veces, una respuesta conductual ante emociones intensas, una forma de alivio rápido, una vía de contacto ambigua y una expresión disfrazada de algo que no encuentra otro cauce.


En este capítulo proponemos una lectura del shitposting desde el prisma de las terapias contextuales, como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), la Terapia Dialéctico Conductual (DBT), la Terapia Analítica Funcional (FAP) y el análisis funcional clásico. En particular, analizaremos su rol como estrategia de regulación emocional, sus riesgos como forma rígida de evitación experiencial, y cómo puede cristalizarse en una identidad digital reforzada por la retroalimentación social.





2. Análisis funcional de la conducta: ¿por qué se shitpostea?



Desde el modelo ABC (antecedente-conducta-consecuencia), podemos entender al shitposting como una conducta que emerge típicamente frente a:


  • A: Estados emocionales aversivos (aburrimiento, ansiedad, tristeza, vacío, disociación leve) o contextos sociales sin contacto significativo.

  • B: Publicar contenido absurdo, nihilista, desprolijo o abiertamente ridículo.

  • C: Alivio inmediato (por descarga emocional, humor o disociación), y/o reforzamiento social (likes, comentarios, viralización).



Este patrón puede repetirse y fortalecerse en un ciclo de regulación emocional de corto plazo, donde la conducta se mantiene porque funciona —al menos en lo inmediato— para reducir el disconfort o generar atención.


“Es más fácil postear un meme estúpido que decir estoy triste.”





3. El alivio como principio organizador



Muchas personas descubren que, al shitpostear, se sienten momentáneamente mejor. Esto se debe a que la conducta activa mecanismos de alivio:


  • Distracción cognitiva: interrumpe rumiaciones o pensamientos negativos.

  • Desfusión espontánea: el sinsentido o la ironía generan distancia de los contenidos mentales.

  • Humor como estrategia DBT: permite reinterpretar o banalizar temporalmente el sufrimiento.

  • Validación social intermitente: la aprobación por parte de otros genera dopamina y sensación de pertenencia.



Esta regulación emocional puede ser efectiva en momentos puntuales, pero si se convierte en el único repertorio conductual disponible, aparecen consecuencias clínicas: aislamiento emocional, disociación, pérdida de contacto con valores, confusión identitaria.





4. Evitación experiencial, ironía y disociación leve



ACT propone que gran parte del sufrimiento humano proviene de la evitación experiencial: el intento constante de escapar o controlar pensamientos, emociones o recuerdos internos dolorosos. En este sentido, el shitposting puede operar como una forma digital de evitación:


  • No se siente tristeza: se ridiculiza.

  • No se pide ayuda: se disfraza de sarcasmo.

  • No se comunica necesidad: se hace performance.



Como señala Hayes (1999), la evitación puede ser funcional a corto plazo pero inflexible a largo plazo, generando un empobrecimiento del repertorio emocional y conductual. El shitpost, entonces, se vuelve una forma de “descontactarse sintiéndose conectado”.





5. La trampa de la identidad performática: cuando el meme se vuelve uno mismo



En el marco de FAP, el self es una construcción verbal contingente: se refuerza o debilita según el contacto social. Si una persona obtiene reforzamiento positivo sostenido por encarnar a “el que siempre hace memes absurdos”, puede fusionarse con ese rol.


Esto genera un fenómeno conocido como autoestereotipado reforzado:


  • El personaje se vuelve más claro que la persona.

  • Las conductas alternativas (expresar ternura, deseo, dolor) quedan fuera del repertorio público.

  • El refuerzo intermitente (ej. likes irregulares) fortalece la dependencia del personaje.



Este tipo de identidad puede ser experimentado como aliviante (“acá soy alguien”), pero también alienante (“ya no sé quién soy si no hago esto”). Desde ACT, esto se llama fusión con el yo conceptual.





6. Entre la risa y el riesgo: lo que alivia también puede atrapar



El problema no es el shitposting en sí, sino su rigidez y su exclusividad. Si una persona sólo puede expresarse a través de lo irónico, lo grotesco o lo absurdo, corre el riesgo de quedar atrapada en una forma de comunicación que no le permite ser vista en su totalidad.


Esto puede tener efectos acumulativos:


  • Dificultad para construir relaciones profundas.

  • Sensación de impostura o vacío.

  • Dependencia del feedback externo.

  • Sentimiento de incomunicación a pesar de la exposición.



La solución no pasa por prohibir o reprimir el shitposting, sino por ampliar el repertorio de conductas disponibles. Cultivar formas alternativas de expresión emocional, contacto, creatividad y sentido.





7. Intervenciones terapéuticas sugeridas



ACT


  • Trabajo con desfusión del personaje: “yo no soy el que postea memes raros, soy mucho más que eso.”

  • Reconexión con valores personales: ¿qué quiero aportar? ¿Qué parte de mí está silenciada?

  • Prácticas de mindfulness para observar el impulso al shitpost sin actuarlo siempre.



DBT


  • Habilidades de tolerancia al malestar sin necesidad de humor.

  • Regulación emocional: identificar y nombrar emociones en vez de representarlas solo con memes.

  • Efectividad interpersonal: cultivar vínculos más genuinos, menos performáticos.



FAP


  • Análisis funcional en sesión: ¿cuándo aparece el humor? ¿Qué está evitando?

  • Promover comportamientos clínicamente relevantes como expresión sincera de necesidades.

  • Reforzamiento diferencial de conductas más flexibles.






8. Conclusión: entre el alivio y el contacto



El shitposting es real. Tiene función. Ayuda. Pero también puede encerrar. Por eso, desde una perspectiva contextual, debemos abordar estas conductas con respeto clínico, sin moralismo, reconociendo su poder regulador pero también sus riesgos de encapsulamiento emocional e identitario.


Un meme puede ser un abrazo. O una máscara. El desafío terapéutico es acompañar a las personas a que puedan elegir —conscientemente— cuándo es uno, cuándo es otro, y cuándo simplemente quieren hablar sin chistes de por medio.





Referencias académicas



  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (1999). Acceptance and Commitment Therapy: An Experiential Approach to Behavior Change.

  • Linehan, M. M. (2014). DBT Skills Training Manual. Guilford Press.

  • Kohlenberg, R. J., & Tsai, M. (1991). Functional Analytic Psychotherapy.

  • Luciano, C., Valdivia, S., & Ruiz, F. J. (2009). Terapias de tercera generación: más allá de la aceptación y el mindfulness.

  • Hayes, L. L., & Ciarrochi, J. (2015). The Thriving Adolescent: Using Acceptance and Commitment Therapy and Positive Psychology to Help Teens Manage Emotions, Achieve Goals, and Build Connection.





Epílogo: Memes que salvan — una invitación a compartir



“¿Cuál fue ese meme que te salvó? El que te hizo reír cuando no podías más. El que mandaste sin explicar. El que entendiste con todo el cuerpo.”

Este capítulo habló de shitposting, de arte, de alivio, de síntoma y de performance. Pero más allá de los marcos teóricos y los diagnósticos clínicos, hay algo profundamente humano en ese gesto de subir algo extraño, absurdo o dolorosamente gracioso a una red social en plena madrugada, como quien lanza una botella al mar.

Una imagen, un fragmento de texto, un collage delirante… algo que no sabías cómo decir de otro modo.

Por eso, queremos invitarte a que lo pienses:

¿Qué formas de expresión creativa —formales o no— te ayudaron a atravesar momentos difíciles?

¿Hubo un dibujo, un tuit, una frase irónica, un meme mal hecho, un mensaje sin destinatario claro, que funcionó como un cable a tierra o como un puente hacia otro?

No importa si fue hecho para otros o solo para vos.

No importa si era “bueno” o si lo borraste después.

Lo importante es que funcionó. Que en ese instante, te sostuvo.




 
 
 

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