
Las cuatro tareas del duelo (según Worden): reconstruir el camino tras una pérdida
- Marcelo Gallo
- May 31
- 8 min read
El duelo no es un proceso automático. Es un trabajo interno y externo que requiere tiempo, presencia y a menudo mucha compasión. J. William Worden propuso una forma de comprender este proceso a través de cuatro tareas del duelo. No se trata de fases rígidas, sino de labores emocionales y simbólicas que cada persona atraviesa a su ritmo.
A continuación, recorremos cada tarea con ejemplos reales y ejercicios sugeridos para quienes quieran acompañarse —o acompañar a otros— en este sendero.
Tarea 1: Aceptar la realidad de la pérdida
🌿 ¿En qué consiste?
Aceptar la realidad de que la persona ha muerto, y que no volverá en su forma física. Esta tarea puede parecer simple, pero muchas veces el cuerpo, la mente y el corazón tardan en alinearse con esa verdad. Hay una diferencia entre saberlo intelectualmente y registrarlo profundamente en lo emocional y lo sensorial.
Negar la pérdida puede tomar muchas formas: actuar como si nada hubiera pasado, mantener las rutinas como si esa persona fuera a volver en cualquier momento, o incluso evitar hablar de ella para no “hacerla real”.
🧊 Caso de estancamiento: Paula
Paula perdió a su madre después de una enfermedad breve. Aunque organizó el funeral y volvió a trabajar rápidamente, seguía poniendo un plato en la mesa para su madre y hablaba de ella en presente. No quería mover sus cosas del dormitorio, ni abrir los cajones.
Consecuencias: Paula empezó a tener ataques de ansiedad nocturnos, insomnio y una sensación de irrealidad creciente. Todo parecía fuera de lugar, como si viviera en un sueño.
🔓 Cómo comenzó a liberarse:
En un grupo de acompañamiento, Paula comenzó a relatar historias de su madre. Una noche trajo una prenda que aún olía a ella. El grupo la escuchó sin juzgar. A través del llanto, Paula dijo por primera vez: “Ya no está”. Fue un momento simbólicamente muy importante. A partir de ahí, pudo empezar a mover algunas cosas del cuarto, no como un olvido, sino como un acto de reconocimiento y transformación.
🧠 Ejercicios para trabajar esta tarea
1. Carta del reconocimiento
Escribe una carta comenzando con:
“Ya no estás aquí físicamente y eso significa que…”
Deja que surjan pensamientos grandes y pequeños: cambios en las rutinas, en el lenguaje, en la casa, en las relaciones. Nómbralos uno por uno.
2. Objeto y despedida simbólica
Elegí un objeto que te recuerde mucho a esa persona. Dedícale una tarde. Sostenelo, hablale, llorá si aparece el llanto. Después, decidí qué querés hacer con ese objeto: ¿Guardarlo? ¿Regalarlo? ¿Transformarlo en algo nuevo?
3. Fotografía y mirada compasiva
Mirá durante cinco minutos una foto de esa persona. Observá todo: los gestos, los ojos, los recuerdos. Después, escribí cómo se siente tu cuerpo al mirar. ¿Hay tensión? ¿Hay ternura? El objetivo no es forzar nada, sino registrar lo que está. Hacer lugar.
Continuamos con la segunda tarea del duelo de Worden, ahora centrándonos en las emociones.
Tarea 2: Elaborar el dolor de la pérdida
🌊 ¿En qué consiste?
Esta tarea implica permitirse sentir y expresar el dolor emocional, físico y espiritual que provoca la pérdida. No se trata de “sufrir por sufrir”, sino de darle lugar a ese dolor, sin taparlo, evitarlo o disfrazarlo.
Muchas personas, por miedo a derrumbarse, optan por reprimir sus emociones o distraerse constantemente. Sin embargo, el dolor reprimido no desaparece: se convierte en síntomas físicos, ansiedad, irritabilidad o embotamiento emocional.
🧊 Caso de estancamiento: Darío
Darío perdió a su mejor amigo en un accidente. Era el padrino de su hijo, su compañero de asados, su confidente. Pero Darío fue educado para no llorar, para “ser fuerte por los demás”. Volvió al trabajo al día siguiente, no hablaba del tema y cambiaba de conversación cada vez que alguien mencionaba el accidente.
Consecuencias: Empezó a tener fuertes dolores de espalda, insomnio, y una sensación de desconexión con todo. Su hijo le preguntó por qué nunca hablaba del padrino, y Darío no supo qué decir.
🔓 Cómo comenzó a liberarse:
En una sesión de terapia corporal, le pidieron que nombrara dónde sentía la tristeza. Dijo “en el pecho, como una piedra”. Le ofrecieron quedarse en silencio con esa sensación, sin forzar nada. Por primera vez, Darío lloró. No fue un llanto ruidoso, sino un temblor profundo, que vino acompañado de recuerdos. Dijo: “Siento que ahora sí puedo empezar a extrañarlo de verdad”.
💧 Ejercicios para trabajar esta tarea
1. Escuchar el cuerpo
Sentate en silencio durante 10 minutos. Poné una mano en el pecho o el abdomen. Preguntate:
—¿Qué emoción está acá?
—¿Tiene forma, color, temperatura?
No busques resolverla. Solo reconocela y hacé espacio para que exista.
2. Ritual de expresión emocional
Elegí una canción, una carta o una película que te conecte con esa persona o con tu tristeza. Permitite llorar, gritar, escribir o simplemente sentir. El duelo necesita una salida, no una jaula.
3. “Permiso para…”
Escribí una lista de frases comenzando con:
—“Me doy permiso para…”
Por ejemplo:
Me doy permiso para no estar bien hoy.
Me doy permiso para llorar en público.
Me doy permiso para seguir extrañando.
Colocá la lista en un lugar visible como recordatorio de tu derecho a sentir.
Sigamos con la tercera tarea del duelo según Worden, que suele ser silenciosa, pero profunda: la reconfiguración de la vida diaria sin la persona fallecida.
Tarea 3: Adaptarse a un medio en el que la persona ya no está
🧭 ¿En qué consiste?
Esta tarea implica reconstruir la vida cotidiana en todos sus aspectos: prácticos, emocionales, relacionales e identitarios, considerando la ausencia de la persona que murió. No se trata solo de “seguir adelante”, sino de adaptarse a un nuevo mapa del mundo: uno en el que ya no se puede contar con esa presencia para lo que antes era automático o habitual.
La pérdida puede requerir adaptaciones externas (hacer tareas que antes hacía el otro), pero también cambios más profundos: redefinir roles, valores, proyectos y hasta partes de la propia identidad.
🧊 Caso de estancamiento: Gabriela
Gabriela había estado casada con Sergio durante 30 años. Él manejaba las finanzas, hacía las compras y organizaba las vacaciones. Cuando él murió, Gabriela quedó paralizada. No sabía cómo pagar impuestos ni qué hacer con su tiempo libre. Empezó a decir cosas como: “No soy nadie sin él” o “yo no servía para estas cosas”.
Consecuencias: Se volvió dependiente de su hijo para todo, y dejó de salir de su casa. Su mundo se volvió más pequeño, y su autoestima se deterioró rápidamente.
🔓 Cómo comenzó a liberarse:
En un taller grupal, se propuso una actividad para “nombrar nuevas capacidades”. Gabriela, con ayuda del grupo, armó una lista de decisiones que ya había tomado sola desde la muerte de Sergio (como llamar a un plomero, cocinarse algo nuevo, cambiar el seguro del auto). Por pequeñas que fueran, esas decisiones comenzaron a trazar una nueva imagen de sí misma. También redescubrió una pasión olvidada: la fotografía.
🔧 Ejercicios para trabajar esta tarea
1. Mapa de tareas invisibles
Hacé una lista de todas las cosas que la persona fallecida hacía y ahora caen sobre vos. Dividilas en:
Prácticas (pagar cuentas, manejar, cocinar)
Emocionales (apoyo, compañía, contención)
Sociales (interacciones, planes, redes)
Elegí una tarea pequeña por semana para aprender, delegar o transformar. No se trata de hacerlo todo ya, sino de reconocer lo que cambió.
2. Pregunta de identidad
Completá estas frases:
—Antes, con [nombre], yo era alguien que…
—Ahora, me doy cuenta de que también puedo ser alguien que…
Permitite identificar nuevas formas de estar en el mundo, no como reemplazo, sino como evolución.
3. Álbum de nuevas primeras veces
Creá un cuaderno o carpeta (digital o física) con registros de momentos en que hiciste algo solo o distinto por primera vez desde la pérdida. Puede ser desde cocinar algo nuevo, hacer un trámite o tomar una decisión importante. Documentar esto fortalece la autoestima en un momento frágil.
Cerramos el recorrido con la cuarta tarea del duelo propuesta por William Worden, quizás la más profunda y a la vez la más transformadora:
Tarea 4: Recolocar emocionalmente a la persona fallecida y continuar viviendo
🔄 ¿En qué consiste?
Esta tarea no implica “olvidar” ni “superar” a la persona que murió. Implica transformar el vínculo con esa persona para que pueda seguir existiendo de una nueva forma: una forma simbólica, interna, no física, pero aún viva en el recuerdo, en la influencia, en la historia compartida.
Es pasar de una presencia externa a una presencia interna, más sutil pero también más duradera. El objetivo es seguir adelante con la vida, sin dejar de llevar a la persona consigo, aunque de forma distinta.
Muchas personas se sienten culpables por comenzar a reír, enamorarse o hacer planes, como si dejaran atrás al ser querido. Pero recolocar no es traicionar: es hacerle espacio a la vida, sin negar el amor que queda.
🧊 Caso de estancamiento: Elías
Elías perdió a su hermana menor en un accidente. Tenían un vínculo muy cercano: compartían gustos, secretos y muchas risas. Después de su muerte, Elías dejó de escuchar la música que compartían, evitaba fotos y reuniones familiares, y decía: “Si empiezo a estar bien, es como si ella ya no importara”.
Consecuencias: Vivía en una especie de anestesia emocional. Nada lo conmovía. Se sentía desconectado de todos, incluso de sus amigos.
🔓 Cómo comenzó a liberarse:
Durante un retiro de duelo, se propuso un ejercicio: escribir una carta desde la voz de su hermana, diciéndole lo que ella querría para él. Al principio le pareció una tontería, pero cuando se permitió hacerlo, la carta se escribió sola. En ella, la hermana le decía que quería que él cantara de nuevo, que cuidara de su sobrina, y que no la olvidara, sino que la llevara con él cada vez que hiciera lo que amaban hacer juntos.
Elías comenzó a cantar otra vez. Cada vez que lo hacía, sentía que ella estaba cerca. Ya no evitaba su recuerdo, sino que lo incluía en su vida.
🛤 Ejercicios para trabajar esta tarea
1. Carta en doble dirección
Escribí una carta a la persona fallecida contando cómo estás hoy, qué cosas te cuestan, qué has aprendido. Luego, escribí una segunda carta como si la persona te respondiera con amor, cuidado y comprensión. No se trata de adivinar, sino de dejar que aparezca lo que necesitás oír desde tu vínculo con ella.
2. Ritual de integración simbólica
Elegí un objeto, canción, lugar o gesto que represente a esa persona. Cada vez que lo uses o lo visites, hacelo conscientemente, como una forma de invitar su presencia simbólica a tus días. Esto ayuda a transformar la ausencia en presencia íntima.
3. Proyecto con legado
Pensá en algo que la persona valoraba, una causa, una pasión, una forma de estar en el mundo. Preguntate:
—¿Cómo puedo continuar, transformar o expandir eso hoy?
Puede ser desde una carta, un mural, un árbol plantado, una beca, o simplemente una forma cotidiana de estar en el mundo que la mantenga viva en vos.
🌱 Cierre: El duelo como camino
Las cuatro tareas del duelo no son etapas lineales, sino movimientos que se entrelazan y se retroalimentan. A veces se avanza en una mientras otra queda pendiente. Lo importante no es “hacerlo bien”, sino reconocer que hay un trabajo activo y valiente en cada paso.
Como muestra la serie de ilustraciones que creamos juntos/as, atravesar el duelo es como abrirse paso en una selva densa, con espinas, miedo y oscuridad. Pero al fondo del camino, si se lo recorre con el tiempo necesario, esperan fuegos compartidos, recuerdos vivos y una nueva forma de caminar, acompañados por dentro de quienes ya no están afuera.
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