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Volver a ser un cuerpo: neurocognición de la fragmentación somatosensorial tras la ruptura lesión y las vías hacia la integración

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Jul 6
  • 10 min read

“El cuerpo humano no es solamente un objeto entre objetos: es nuestro medio de comunicación con el mundo.”

—Maurice Merleau-Ponty (1945)





1. Introducción: el cuerpo que deja de ser uno



No siempre se nota el momento exacto en que el cuerpo deja de sentirse propio. A veces ocurre tras una caída. Otras, durante la lenta progresión de un dolor que persiste más allá del tiempo razonable. Y otras, en el quirófano, cuando la anatomía se altera y, al despertar, uno sabe que sigue siendo uno mismo, pero no completamente. La experiencia de una lesión, aguda o crónica, no afecta únicamente la función: modifica la conciencia de corporeidad. Se fractura algo más que huesos, tendones o tejidos; se fractura también el lazo invisible entre percepción, control y pertenencia.


Desde los albores de la medicina moderna, se ha concebido al cuerpo como una máquina que puede romperse y repararse. Sin embargo, la vivencia encarnada —aquello que la fenomenología llama “ser un cuerpo” y no solo “tener un cuerpo”— plantea desafíos más complejos, especialmente tras una lesión que perturba no solo el movimiento, sino la continuidad sentida de la unidad corporal.


Este artículo propone un recorrido interdisciplinario por ese territorio de ruptura y reconstrucción. Desde la cartografía cerebral del cuerpo (corteza somatosensorial, ínsula, precuneus) hasta los testimonios clínicos y rituales antiguos, exploramos cómo el dolor y el miedo tienden a fragmentar la conciencia corporal, y cómo prácticas científicas, contemplativas y culturales han intentado —cada una a su modo— restaurar la experiencia de unidad encarnada.





2. Cartografías cerebrales del cuerpo: homúnculos, redes y sentidos del yo



El cuerpo está representado en el cerebro de forma organizada pero distribuida. La corteza somatosensorial primaria (S1), ubicada en el lóbulo parietal, alberga el célebre homúnculo cortical, una representación topográfica donde cada parte del cuerpo ocupa una porción proporcional a su sensibilidad (Penfield & Boldrey, 1937). A su lado, la S2 y regiones asociadas procesan información más integrada y contextual.


Sin embargo, la representación cerebral del cuerpo no se agota en S1. La ínsula, especialmente su región anterior, juega un papel clave en la interocepción: el registro interno de los estados viscerales (Craig, 2009). La corteza parietal posterior y el precuneus intervienen en la percepción de la unidad del cuerpo como objeto global y como base del “self” (Tsakiris, 2010). En conjunto, estas regiones forman una red que no solo permite sentir el cuerpo, sino también sentirse como un cuerpo.


Cuando ocurre una lesión, estas representaciones pueden alterarse. En estudios con resonancia magnética funcional (fMRI), pacientes con dolor crónico muestran reorganizaciones en S1, ampliaciones o desplazamientos de las zonas correspondientes al área afectada (Flor et al., 1997). En casos extremos como el síndrome del miembro fantasma, la corteza continúa generando sensaciones de partes del cuerpo que ya no existen (Ramachandran & Hirstein, 1998), revelando que la corporeidad es, en parte, una alucinación útil generada por el cerebro.





3. La herida y la sombra: dolor, miedo y disociación corporal



El dolor no es simplemente una señal de alarma: es una experiencia multisensorial, emocional y cognitiva que puede transformar la relación con el cuerpo. Estudios recientes han mostrado que el dolor crónico tiende a desacoplar la atención del cuerpo real y promover estados de hipervigilancia o de evitación sensorial (Moseley, 2007). En este proceso, el cuerpo puede dejar de sentirse como una unidad y comenzar a vivirse como un conjunto de zonas problemáticas, vulnerables o silenciadas.


La neurociencia ha documentado cómo el dolor persistente y el trauma pueden generar alteraciones en la red de modo por defecto, vinculada a la autopercepción narrativa, y también en la red somatomotora, interfiriendo en la fluidez de la experiencia corporal espontánea (Baliki et al., 2008).


Desde la psiquiatría, el fenómeno de la despersonalización puede incluir percepciones de que el cuerpo es ajeno, irreal o dividido. En algunos casos, estos estados coexisten con alteraciones en la actividad de la ínsula y el precuneus, como si el cuerpo hubiera dejado de ser el centro confiable del yo (Simeon et al., 2000). Esta fragmentación puede manifestarse como una disociación de la experiencia: el cuerpo duele, pero no soy yo quien duele.





4. Reconstruir el cuerpo sentido: prácticas de integración somatosensorial



Frente a esta disociación, diversas tradiciones han desarrollado prácticas para reintegrar la experiencia corporal como un todo. Desde la neurociencia contemporánea hasta rituales chamánicos milenarios, el principio es similar: llevar la atención sostenida y afectuosa hacia el cuerpo como un campo unificado.



🧘‍♀️ Meditación y conciencia corporal



Prácticas como el body scan del MBSR (Kabat-Zinn, 1990), el focusing de Gendlin (1978), y las formas más silenciosas del zazen o del yoga restaurativo tienen en común la reconsolidación de una atención distribuida y presente. Estas prácticas se han asociado a una mayor conectividad entre la ínsula, la corteza prefrontal medial y la corteza somatosensorial (Farb et al., 2013; Kerr et al., 2011), restaurando una representación más fluida del cuerpo vivido.



🌀 Terapias somáticas



Enfoques como el Somatic Experiencing (Levine, 1997) o la Sensorimotor Psychotherapy (Ogden et al., 2006) trabajan con el movimiento espontáneo, la atención cinestésica y el contacto con las sensaciones como medios para completar “respuestas motoras defensivas” congeladas, que quedarían grabadas en el sistema nervioso tras la lesión o el trauma.



🔥 Rituales y cuerpos en comunidad



Muchos rituales ancestrales (baños calientes, danzas, inmersiones en agua, masajes ceremoniales) pueden verse, desde la mirada contemporánea, como formas de plasticidad cortical inducida por la atención intersubjetiva. Al permitir que otro cuerpo, otra mirada o un ritmo colectivo nos reintroduzca en la carne, se reactiva un sistema de pertenencia corporal que puede haber sido perdido.





5. El cuerpo como lugar: narrativa, plasticidad y reconciliación



Los procesos de integración corporal no son puramente sensoriales. También requieren una narrativa que dé sentido a la experiencia vivida del cuerpo lesionado. En estudios clínicos, se ha visto que los pacientes que logran integrar su lesión como parte de una historia de aprendizaje o resiliencia tienen mejores resultados en términos de recuperación funcional y salud mental (Frank, 1995).


A nivel cerebral, la construcción narrativa del self se vincula a la red de modo por defecto, al igual que los procesos de proyección corporal en el tiempo y la imaginación interoceptiva (Northoff et al., 2006). Cuando una persona puede “recontarse” desde el cuerpo —no como víctima pasiva sino como alguien que habita una historia— comienza a restaurarse la continuidad del yo encarnado.


El cuerpo deja de ser un campo de batalla para volverse un lugar de reencuentro.





6. Conclusión: hacia una ciencia de la corporeidad integrada



El estudio del cuerpo tras la lesión no puede reducirse a la anatomía o la función. Se trata de comprender cómo el sistema nervioso genera, pierde y reconstruye la sensación de unidad corporal, y cómo esta experiencia está mediada por el dolor, el afecto, la atención y el contexto social.


La integración del cuerpo no es un retorno a un estado anterior: es un nuevo equilibrio emergente, una reorganización plástica que puede ser guiada, facilitada o bloqueada. Las prácticas científicas, clínicas y rituales que favorecen esta reconstrucción abren caminos hacia una medicina verdaderamente encarnada: una que cuide la carne no solo como materia, sino como lugar de significado.




Segunda Parte




Restaurar la presencia: prácticas encarnadas para volver a habitar el cuerpo tras una lesión




Introducción



La lesión física, sea traumática, quirúrgica o de origen crónico, no solo afecta tejidos y funciones: puede alterar el mapa profundo que el sistema nervioso construye sobre el cuerpo. Ese mapa —dinámico, sensible, cargado de significado— se reconfigura no solo por estímulos externos, sino por atención, afecto, imaginación y relación.


Numerosas personas, tras atravesar una experiencia de dolor persistente o disminución funcional, reportan sensaciones difíciles de describir: una parte del cuerpo que “ya no responde”, que “no sienten suya”, que “molesta sin razón”, o que “desaparece de su conciencia”. Estas sensaciones son reales y están sustentadas por reorganizaciones detectables en la actividad cortical (Flor et al., 1997; Moseley, 2007). Pero también son plásticas: pueden modificarse con prácticas dirigidas que restauren la continuidad somática y simbólica del yo corporal.


Esta sección reúne una serie de ejercicios basados en evidencia científica, experiencias clínicas y prácticas contemplativas. Están diseñados para facilitar un proceso de integración del cuerpo lesionado, accesibles tanto para personas sin formación previa como para profesionales de la salud y el acompañamiento terapéutico.





Índice temático de prácticas y procesos


Capítulo

Práctica principal

Objetivo terapéutico

Fundamento neurocientífico

7

Escaneo corporal enfocado

Identificar zonas olvidadas o sobrecargadas

Conectividad ínsula–prefrontal (Farb et al., 2013)

8

Respiración compasiva

Suavizar zonas con dolor o tensión

Modulación del dolor (Zeidan et al., 2011)

9

Micromovimiento consciente

Rehabilitar agencia y plasticidad local

Reorganización sensoriomotora (Bjorbækmo & Engelsrud, 2011)

10

Visualización corporal

Reconstrucción de imagen corporal

Reactivación cortical funcional (Jackson et al., 2001)

11

Escritura desde el cuerpo

Integración narrativa de la experiencia corporal

Reducción de síntomas somáticos (Broderick et al., 2005)

12

Testimonio corporal en presencia compartida

Restaurar sentido de pertenencia y regulación intersubjetiva

Sincronía afectiva y co-regulación (Schore, 2012)





Recomendaciones de uso




Para pacientes o personas en recuperación:



  • No se requiere experiencia previa en meditación o terapia corporal.

  • Es preferible realizar los ejercicios en un entorno tranquilo, con tiempo suficiente para escuchar y observar con paciencia.

  • Ante la aparición de emociones intensas, suspender sin juicio y tomar nota de lo que emergió. Volver más adelante si se desea.

  • Las prácticas pueden adaptarse a las condiciones físicas de cada persona; si algún ejercicio implica movimiento, debe realizarse sin forzar ni buscar rendimiento.




Para profesionales de la salud, terapeutas o acompañantes:



  • Los ejercicios pueden emplearse como recursos complementarios en rehabilitación, psicoterapia, fisioterapia, acompañamiento en dolor crónico o cuidados paliativos.

  • Se recomienda introducirlos gradualmente, validando primero la seguridad somática del paciente.

  • Pueden integrarse con técnicas como EMDR, mindfulness clínico, Fisioterapia Neurológica, CFT, o ACT.

  • Se alienta la co-exploración con el consultante, como forma de reforzar agencia y sensibilidad somática.



Excelente. A continuación propongo la estructura de la Segunda Parte del artículo, completamente dedicada a la dimensión terapéutica y experiencial, con ejercicios guiados y fundamentos neurocientíficos. Esta sección puede leerse como una continuación directa del artículo principal, pero pensada también como herramienta clínica y educativa.





Segunda Parte: Integrar el cuerpo lesionado — Prácticas guiadas y evidencia neurocientífica



“El cuerpo cura cuando se le escucha.”

— Eugene Gendlin





🔹

Capítulo 7 – Escanear la sombra: cartografía afectiva del cuerpo lesionado



Objetivo: identificar zonas del cuerpo que tienden a ser evitadas, olvidadas o sobreexigidas, para reconocer el patrón afectivo y atencional vinculado.


Ejercicio: Escaneo corporal con énfasis en áreas en sombra


  1. Sentate o recostate en una posición cómoda. Cerrá los ojos.

  2. Traé tu atención parte por parte al cuerpo, desde los pies hasta la cabeza.

  3. Detenete especialmente cuando llegues a zonas que tienden a doler, o donde haya una historia de lesión. Observá:


    • ¿Qué sensación predomina allí (frío, tensión, vacío, molestia, nada)?

    • ¿Evitás esa zona al respirar o moverte?

    • ¿Tenés alguna emoción o recuerdo asociado?




📚 Evidencia: estudios en mindfulness muestran que el body scan reduce la activación de la red de modo por defecto y aumenta la conectividad entre la ínsula anterior y la corteza prefrontal, favoreciendo la regulación emocional (Farb et al., 2013).





🔹

Capítulo 8 – Respirar en la raíz: ampliar la conciencia sin forzar



Objetivo: generar un contacto amable con zonas tensionadas, lesionadas o ignoradas, sin buscar corregirlas, sino incluirlas en el campo de conciencia.


Ejercicio: Respiración compasiva dirigida


  1. Elegí una zona corporal que suele doler o que sientas debilitada.

  2. En cada inhalación, imaginá que llevás aire (y atención) a esa zona.

  3. En cada exhalación, imaginá que esa zona se suaviza, sin exigencias.

  4. Si aparece frustración, aburrimiento o juicio, observá eso también.

  5. Practicá entre 5 y 10 minutos, con actitud exploratoria.



📚 Evidencia: estudios en neuroimagen muestran que prácticas como esta pueden activar la corteza prefrontal ventromedial y la ínsula, reduciendo la percepción de dolor (Zeidan et al., 2011).





🔹

Capítulo 9 – Movimiento mínimo, atención máxima: reconectar desde lo micro



Objetivo: reconectar con zonas lesionadas mediante micro-movimientos conscientes, favoreciendo la plasticidad y la percepción de agencia.


Ejercicio: Micromovimientos restaurativos


  1. Elegí una zona con movilidad reducida o dolorosa.

  2. Explorá movimientos mínimos —milimétricos si hace falta— con máxima atención.

  3. Observá cómo responde el resto del cuerpo (respiración, mandíbula, mirada).

  4. En lugar de buscar “reparar”, buscá conectar.

  5. Finalizá observando si hubo cambios en la sensación de unidad corporal.



📚 Evidencia: la reeducación somática basada en el movimiento consciente ha demostrado mejorar el esquema corporal y la reorganización sensoriomotora (Bjorbækmo & Engelsrud, 2011).





🔹

Capítulo 10 – Reimaginar el cuerpo: visualización encarnada



Objetivo: usar la imaginación guiada para favorecer una percepción de continuidad e integración corporal, especialmente en personas con sensaciones de fragmentación.


Ejercicio: Visualización de integración luminosa


  1. Imaginá tu cuerpo entero como una red de luz suave y pulsante.

  2. Visualizá cómo esa luz se apaga o se atenúa en ciertas zonas.

  3. En cada respiración, llevá luz hacia esas partes, como si regaras raíces.

  4. Observá si alguna imagen, palabra o emoción aparece espontáneamente.

  5. Finalizá sosteniendo la sensación de todo el cuerpo como un campo único.



📚 Evidencia: estudios con atletas lesionados han mostrado que la visualización motora y somática puede acelerar la rehabilitación al reactivar representaciones corticales (Jackson et al., 2001).





🔹

Capítulo 11 – Diálogo con la zona herida: escritura somática



Objetivo: favorecer la integración narrativa del cuerpo lesionado, integrando sensación, metáfora y lenguaje.


Ejercicio: Carta desde y hacia el cuerpo


  1. Escribí una carta como si fuera desde tu zona lesionada hacia vos.


    • ¿Qué te diría esa parte si pudiera hablar?


  2. Luego, respondé desde tu conciencia actual con compasión.


    • ¿Qué querés ofrecerle o pedirle a esa parte?




📚 Evidencia: la escritura expresiva sobre el cuerpo mejora la integración emocional y la percepción del dolor en pacientes con fibromialgia (Broderick et al., 2005).





🔹

Capítulo 12 – Cuerpo en comunidad: el testigo confiable



Objetivo: integrar el cuerpo lesionado en un entorno intersubjetivo, ampliando la conciencia del cuerpo a través del vínculo.


Ejercicio: Presencia compartida sin contacto (en grupo o con acompañante)


  1. Sentate frente a otra persona con quien tengas confianza.

  2. En silencio, respiren juntos durante 2–3 minutos.

  3. Permití que el otro “testimonie” tu cuerpo, sin palabras, sin juicio.

  4. Notá si cambia algo en tu percepción del cuerpo al ser visto desde la ternura.



📚 Evidencia: estudios sobre sincronía interpersonal y co-regulación sugieren que la percepción de estar “sentido por otro” puede restaurar redes de seguridad corporal (Schore, 2012).



📚 Referencias


Baliki, M. N., Geha, P. Y., Apkarian, A. V., & Chialvo, D. R. (2008). Beyond feeling: chronic pain hurts the brain, disrupting the default-mode network dynamics. Journal of Neuroscience, 28(6), 1398–1403.

Craig, A. D. (2009). How do you feel—now? The anterior insula and human awareness. Nature Reviews Neuroscience, 10(1), 59–70.

Farb, N. A., et al. (2013). Attentional modulation of interoceptive and exteroceptive cortices. Cerebral Cortex, 23(1), 114–126.

Flor, H., et al. (1997). Cortical reorganization and phantom phenomena in congenital and acquired arm amputees. European Journal of Neuroscience, 9(12), 2340–2348.

Frank, A. W. (1995). The wounded storyteller: Body, illness, and ethics. University of Chicago Press.

Gendlin, E. T. (1978). Focusing. Bantam Books.

Kabat-Zinn, J. (1990). Full catastrophe living. Dell Publishing.

Kerr, C. E., et al. (2011). Effects of mindfulness meditation training on anticipatory alpha modulation in somatosensory cortex. Brain Research Bulletin, 85(3-4), 96–103.

Levine, P. (1997). Waking the tiger: Healing trauma. North Atlantic Books.

Merleau-Ponty, M. (1945). Phenomenology of Perception. Gallimard.

Moseley, G. L. (2007). Reconceptualising pain according to modern pain science. Physical Therapy Reviews, 12(3), 169–178.

Northoff, G., et al. (2006). Self-referential processing in our brain—a meta-analysis of imaging studies on the self. Neuroimage, 31(1), 440–457.

Ogden, P., Minton, K., & Pain, C. (2006). Trauma and the body: A sensorimotor approach to psychotherapy. Norton.

Penfield, W., & Boldrey, E. (1937). Somatic motor and sensory representation in the cerebral cortex. Brain, 60(4), 389–443.

Ramachandran, V. S., & Hirstein, W. (1998). The perception of phantom limbs. Brain, 121(9), 1603–1630.

Simeon, D., et al. (2000). Feeling unreal: a PET study of depersonalization disorder. American Journal of Psychiatry, 157(11), 1782–1788.

Tsakiris, M. (2010). My body in the brain: a neurocognitive model of body-ownership. Neuropsychologia, 48(3), 703–712.

Varela, F. J., Thompson, E., & Rosch, E. (1991). The Embodied Mind. MIT Press.


 
 
 

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