Observar, Describir, Participar: Entrenar la mente para estar entera cuando más importa
- Marcelo Gallo
- May 11
- 4 min read

Cuando la vida se pone intensa —ya sea en una cancha, en una sala de espera o en medio de una conversación difícil— nuestra atención suele desordenarse. La mente salta del pasado al futuro. El cuerpo reacciona en piloto automático. Las emociones nos empujan a actuar sin pensar o, al contrario, a quedarnos congelados.
En esos momentos, necesitamos un entrenamiento interno que nos permita sostenernos.
La Terapia Dialéctico Conductual (DBT), desarrollada por la psicóloga Marsha Linehan en los años 80, propuso una manera concreta de cultivar esa capacidad: a través de tres habilidades mindfulness clave, que cualquiera puede entrenar y aplicar en su vida cotidiana:
Observar. Describir. Participar.
No son estados ideales ni técnicas místicas. Son acciones mentales simples, aplicables incluso —y especialmente— en momentos de vulnerabilidad. Funcionan como una cadena de autorregulación que involucra cuerpo, mente y emociones, y que tiene su correlato en el funcionamiento de nuestro cerebro.
¿De dónde vienen estas habilidades?
Marsha Linehan creó estas habilidades inspirándose en las prácticas contemplativas budistas, pero adaptadas a un lenguaje secular y terapéutico. Su objetivo era enseñar a personas con gran sufrimiento emocional (como quienes padecen trastornos de personalidad, autolesiones o inestabilidad afectiva) a construir un observador interno estable, capaz de acompañar las emociones sin dejarse arrastrar por ellas.
Las habilidades se entrenan paso a paso, como quien fortalece un músculo. Primero, se aprende a observar sin juzgar, luego a ponerle nombre a la experiencia (describir), y finalmente a estar completamente presente en la acción (participar), sin quedar atrapado en pensamientos como “¿lo estaré haciendo bien?”.
Cómo se despliega este proceso en el cerebro
Cada una de estas habilidades se relaciona con circuitos cerebrales específicos, que podemos activar y entrenar:
1. Observar
Qué es: Prestar atención a lo que ocurre en el presente (sensaciones, emociones, pensamientos) sin reaccionar automáticamente ni juzgar.
Qué se activa:
Red de atención dorsal (lóbulos parietales y frontal superior): enfoca la atención voluntaria.
Corteza ínsula: integra señales interoceptivas (cómo está el cuerpo por dentro).
Corteza prefrontal ventromedial: modula respuestas emocionales primitivas.
Ejemplo real: un jugador de fútbol va a patear un penal. Nota su respiración, el peso en sus piernas, el murmullo del estadio. No se engancha con el miedo. Solo está atento.
2. Describir
Qué es: Poner en palabras (internas o externas) lo que uno está observando. Esto ayuda a distinguir lo que siento de lo que soy, lo que ocurre de lo que creo que significa.
Qué se activa:
Corteza prefrontal dorsolateral: regula el lenguaje interno y el control cognitivo.
Área de Broca y Wernicke: procesamiento verbal.
Red de modo por defecto (cuando se usa en exceso): puede apagarse al describir con atención presente, disminuyendo la rumiación.
Ejemplo real: un clavadista siente miedo antes de saltar. Se dice: “hay tensión en mi pecho, esto es adrenalina”. Al poner nombre a lo que siente, no se disuelve, pero se vuelve manejable. Se organiza.
3. Participar
Qué es: Sumergirse por completo en lo que se está haciendo, sin dudar, sin “mirarse desde afuera”. Es el estado de flow, cuando cuerpo y mente se integran en una sola acción.
Qué se activa:
Ganglios basales y cerebelo: coordinación motora automática.
Corteza motora suplementaria: planificación de movimientos fluidos.
Disminución de la actividad prefrontal medial: se apaga la autoconciencia excesiva (ese “estoy haciendo esto bien o mal”), y se accede a un estado más espontáneo y adaptativo.
Ejemplo real: una tenista falla el primer saque. Si empieza a pensar, se traba. Pero si observa, nombra lo que siente y luego entra en el segundo saque con presencia total, sin sobreanalizar, es más probable que recupere la precisión. No se desconecta: se entrega.
Y si el cuerpo está herido, ¿cómo seguir?
Un peleador siente que su tobillo se dobló. Si se queda en el pánico, pierde. Si niega el dolor, se arriesga más. Pero si observa (dónde está el daño), describe (qué puede y qué no puede hacer), y luego participa (adaptando su estrategia al nuevo cuerpo que tiene en ese momento), no sólo sobrevive: juega con lo real.
Lo mismo vale para cualquier ser humano atravesando un momento difícil: un padre que duda frente a su hijo, una persona esperando un diagnóstico, alguien que acaba de escuchar una mala noticia.
Observar, describir y participar no son sólo habilidades para el alto rendimiento. Son herramientas de humanidad activa.
No se trata de controlar, sino de estar en contacto
Estas habilidades no buscan eliminar las emociones ni evitar el error. Buscan construir una base de presencia estable, incluso en la tormenta.
Podés aprenderlas, practicarlas y aplicarlas. No porque te hagan invulnerable, sino porque te devuelven el centro. Y desde ahí, lo que venga, se enfrenta distinto.
Para profundizar
Linehan, M. M. (1993). Skills Training Manual for Treating Borderline Personality Disorder. Guilford Press.
Siegel, D. J. (2010). The Mindful Therapist. Norton.
Tang, Y.-Y., Hölzel, B. K., & Posner, M. I. (2015). The neuroscience of mindfulness meditation. Nature Reviews Neuroscience.
Fox, K. C. R., et al. (2016). Functional neuroanatomy of meditation: A review and meta-analysis of 78 functional neuroimaging investigations. Neuroscience & Biobehavioral Reviews.
Comentarios