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Mente de Hacer y Mente de Ser — La Dialéctica entre Acción y Presencia en DBT y Mindfulness

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Oct 31
  • 5 min read


1. Introducción: el dilema entre controlar y habitar



En el corazón de la Terapia Dialéctico Conductual (DBT), desarrollada por Marsha Linehan, late una tensión fundamental: la coexistencia de la aceptación radical y el cambio intencional. Esta tensión es un reflejo de dos modos de conciencia que operan de manera alternante en la experiencia humana: la mente de hacer y la mente de ser.

El mindfulness, en tanto práctica contemplativa y técnica terapéutica, permite observar la relación entre ambos modos y reconocer cuándo uno domina de forma rígida sobre el otro. La integración —no la supresión— de ambos modos constituye el núcleo del equilibrio dialéctico que Linehan propone.





2. La mente de hacer (Doing Mind): resolución y control



La mente de hacer surge de la necesidad adaptativa de resolver problemas. Es un modo orientado a metas, donde la atención se dirige al futuro, a la discrepancia entre el estado actual y el deseado. En este modo, el self se organiza alrededor del logro, la planificación y la ejecución, impulsado por circuitos dopaminérgicos de recompensa anticipada (Schultz, 2016).

Neuropsicológicamente, este modo involucra predominantemente la red ejecutiva central (CEN), con activación del corteza dorsolateral prefrontal, el giro cingulado anterior y el estriado ventral. Estas áreas permiten la inhibición de impulsos, la planificación y la regulación top-down de la conducta (Miller & Cohen, 2001).


En DBT, la mente de hacer está vinculada con los módulos de efectividad interpersonal y regulación emocional, donde se enseña a actuar de acuerdo con metas y valores. Sin embargo, Linehan advierte que la sobreactivación de este modo puede generar sufrimiento: al convertir cada emoción o pensamiento en un problema por resolver, se pierde contacto con la experiencia inmediata.


“Cuando la vida se convierte en una lista infinita de pendientes, el cuerpo deja de habitar el tiempo presente y se vuelve un ejecutor automático de un guion que nunca termina.”





3. La mente de ser (Being Mind): conciencia y aceptación



En contraste, la mente de ser es un modo de conciencia en el que el sujeto observa sin intentar cambiar. Su foco no está en el futuro, sino en la presencia directa del instante. Desde la neurociencia, se asocia con la red neuronal por defecto (DMN), pero también con una modulación más armónica entre ésta y la red de saliencia, que permite detectar cuándo la atención debe volver al presente (Brewer et al., 2011).


La mente de ser no busca resolver, sino reconocer. Es el modo que se cultiva en la práctica de mindfulness cuando se sostiene una atención abierta, sin juicio y sin esfuerzo por alcanzar un estado particular. En este sentido, conecta con los módulos de aceptación radical y tolerancia al malestar de DBT.


Mientras la mente de hacer pregunta “¿Qué debo hacer para que esto cambie?”, la mente de ser pregunta “¿Qué está ocurriendo ahora mismo, en mí, sin necesidad de cambiarlo?”.

La primera busca control; la segunda, contacto.





4. La integración dialéctica: la mente sabia



Linehan propone una síntesis de ambos modos: la mente sabia (Wise Mind). No es un punto intermedio pasivo, sino una función integradora que coordina la acción y la presencia, el control y la entrega. En términos neuropsicológicos, podría entenderse como una oscilación flexible entre la CEN, la DMN y la red de saliencia (SN), que actúa como regulador del cambio de modo (Menon, 2011).


La mente sabia representa la capacidad de actuar sin perder el contacto con la experiencia, o de contemplar sin disociarse del entorno. Es, en palabras de Linehan, “el punto donde la aceptación y el cambio se dan la mano”.


Esta dialéctica se asemeja a la integración contemplativa descrita en el Zen y en las tradiciones budistas tempranas: samatha (calma unificada) y vipassanā (visión penetrante) como dos alas de un mismo pájaro. La mente sabia es la manifestación de una práctica donde la acción surge del silencio interno y la quietud no es pasividad, sino receptividad lúcida.





5. Implicancias clínicas y neuroconductuales



En terapia, el entrenamiento en mindfulness dentro de DBT busca ayudar al paciente a reconocer desde qué mente está operando. Las crisis emocionales suelen implicar una fusión entre ambas: el sujeto intenta “hacer” con urgencia desde una emoción intensa sin observarla.

El entrenamiento progresivo enseña a:


  1. Nombrar el modo mental actual. (“Estoy en mente de hacer tratando de arreglar mi tristeza”).

  2. Desactivar el automatismo. (Observar la emoción sin actuar).

  3. Reintegrar el hacer desde el ser. (Actuar, pero desde una conciencia estable).



Estudios sobre DBT muestran que la práctica sistemática de mindfulness reduce la reactividad de la amígdala y aumenta la conectividad entre la insula anterior y el corteza prefrontal medial, favoreciendo la interocepción y la regulación emocional (Schaefer et al., 2022).





6. Perspectiva existencial y cultural



La mente de hacer ha sido culturalmente glorificada por el capitalismo tardío: productividad, eficiencia, optimización. La mente de ser, en cambio, ha sido relegada al ámbito del ocio o la espiritualidad, a menudo deslegitimada como “inactividad”.

El desafío contemporáneo, especialmente en la práctica clínica y educativa, es restaurar la mente de ser como una forma de inteligencia: un modo de conocer que no produce objetos, sino vínculos.





7. Ejercicio práctico: de hacer a ser



Una práctica propuesta por Linehan consiste en pausar cada vez que se percibe una urgencia por resolver algo.


  1. Detenerse.

  2. Sentir el cuerpo.

  3. Nombrar lo que hay sin intentar modificarlo.

  4. Esperar tres respiraciones antes de decidir actuar.



Este micro-ritual activa el circuito de pausa-interocepción, que permite pasar del modo dopaminérgico de hacer al modo serotonérgico de regulación basal (Carhart-Harris & Friston, 2019).


Con el tiempo, este entrenamiento modifica el “set point” de la experiencia: la persona aprende que no toda tensión exige acción inmediata, y que el cuerpo es capaz de sostener el malestar sin desbordarse.





8. Conclusión: el arte de vivir dialécticamente



La mente de hacer y la mente de ser no son enemigas; son funciones evolutivas que deben coordinarse para que el organismo mantenga equilibrio entre adaptación y presencia.

Vivir dialécticamente, como propone Linehan, es actuar sin huir del presente y aceptar sin resignarse al dolor.

En última instancia, el mindfulness no busca eliminar la mente de hacer, sino enseñarle a descansar dentro de la mente de ser, como el sonido que emerge del silencio sin dejar de pertenecerle.





Referencias bibliográficas



  • Brewer, J. A., Worhunsky, P. D., Gray, J. R., Tang, Y.‐Y., Weber, J., & Kober, H. (2011). Meditation experience is associated with differences in default mode network activity and connectivity. PNAS, 108(50), 20254–20259.

  • Carhart-Harris, R. L., & Friston, K. J. (2019). REBUS and the Anarchic Brain: Toward a unified model of the brain action of psychedelics. Pharmacological Reviews, 71(3), 316–344.

  • Linehan, M. M. (2015). DBT Skills Training Manual (2nd ed.). Guilford Press.

  • Menon, V. (2011). Large-scale brain networks and psychopathology: A unifying triple network model. Trends in Cognitive Sciences, 15(10), 483–506.

  • Miller, E. K., & Cohen, J. D. (2001). An integrative theory of prefrontal cortex function. Annual Review of Neuroscience, 24, 167–202.

  • Schaefer, S. M., et al. (2022). Mindfulness-based emotion regulation and brain connectivity in borderline personality disorder. Biological Psychiatry, 91(5), 420–431.

  • Schultz, W. (2016). Dopamine reward prediction error coding. Dialogues in Clinical Neuroscience, 18(1), 23–32.



 
 
 

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