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La gran paradoja de Bergoglio: cristiano de “derecha”, peronista de “izquierda” y Papa apolítico

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Apr 21
  • 3 min read

Argentina suele encasillar al cristiano en la derecha política y al peronista en la izquierda; sin embargo, Jorge Mario Bergoglio —hijo de inmigrantes italianos, militante culturalmente peronista y sacerdote jesuita— rompió todos esos moldes al convertirse en papa y, a la vez, negarse a volver a su tierra natal y a alinearse con cualquier líder político.

1. Contexto político-religioso en Argentina

En nuestro país, la identidad cristiana tradicional se asocia frecuentemente con posiciones conservadoras: la defensa de la familia “tradicional”, el rechazo al aborto y un vínculo cercano con sectores empresariales y eclesiásticos de derecha. En cambio, el peronismo, forjado por Juan Domingo Perón, se ubica —al menos discursivamente— en la izquierda, con su énfasis en la justicia social, los derechos de los trabajadores y la intervención del Estado. Esta polarización asocia cristianismo con derecha e izquierda con peronismo, dos bandos que históricamente suelen mirarse con recelo.

2. Bergoglio antes del papado: un cardenal peronista

Como arzobispo de Buenos Aires (1998–2013), Bergoglio cultivó una imagen de “cura del pueblo” —visitas a las villas, cercanía con los más pobres— alineándose con el peronismo social. Al mismo tiempo, defendía posturas morales conservadoras: se opuso al matrimonio igualitario y al aborto, coincidiendo con sectores de derecha. Esa dualidad lo convirtió en un personaje incómodo para ambos campos: ni era un “católico pro-mercado” puro, ni un “peronista progresista” sin reservas.

3. El pontificado global y la “huida” de la Argentina

Desde su elección en 2013, Francisco emprendió más de 45 viajes pastorales alrededor del mundo, visitando lugares como Irak, Emiratos Árabes Unidos, Brasil y Filipinas, y marcando un estilo itinerante que lo llevó a todos los continentes. Sin embargo, a pesar de ser el primer papa latinoamericano y primer jesuita en más de un milenio, nunca volvió a pisar Argentina como pontífice ReutersReuters.

4. ¿Por qué no vuelve a su tierra?

Varias razones explican esa ausencia:

  1. Polarización política interna: Bergoglio evitó que su presencia fuera usada como aval o dardo contra gobiernos de Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández o Javier Milei, quienes lo habían invitado en múltiples ocasiones. Temía convertirse en “arma política” de unos u otros ReutersReuters.

  2. Enfoque en periferias del mundo: escogió llevar su mensaje a regiones marcadas por conflictos, pobreza extrema o persecución religiosa, más que a su propia casa, ya “conocida” desde su etapa de cardenal.

  3. Motivos de salud y logística: su edad y fracturas en la rodilla limitaron sus recorridos, haciendo más sencillo visitar países que planteaban menos riesgos de “conmoción política”.

5. El Papa apolítico… y, al mismo tiempo, político

Francisco se presentó como un pastor universal, que habla de los “pobres”, el “cuidado de la casa común” y la “fraternidad humana” sin fundirse con ningún partido. Pero sus mensajes sobre desigualdad económica, migraciones y cambio climático resonaron fuerte en agendas de izquierda. Al mismo tiempo, su defensa de la vida desde la concepción y su crítica a los “límites” del matrimonio mantuvieron contenta a la derecha religiosa.

Esta posición intermedia lo hizo blanco de críticas de ambos lados: progresistas lo acusaban de tibio frente a la pobreza estructural, y conservadores lo veían demasiado “progresista” en temas de migrantes y ecología.

6. Lecciones de una paradoja viviente

  1. Trascender los esquemas binarios: Bergoglio muestra que la fe cristiana y el compromiso social no encajan fácil en “derecha” o “izquierda”.

  2. Cautela ante el uso político de la religión: al no volver a Argentina, buscó evitar que su figura fuera instrumentalizada en una sociedad muy polarizada.

  3. Liderazgo global con raíces locales: su “ausencia” en casa reforzó su perfil de pastor de toda la humanidad, no sólo de una nación o facción política.

7. ¿Qué nos deja este contraste?

La historia de Bergoglio invita a cuestionar nuestras etiquetas: ¿cómo pensamos la fe cuando es puesta al servicio de lo público? ¿Puede un líder religioso evitar ser “politizado”, o está condenado a ser arrastrado por las corrientes partidarias? Su papado demuestra que el desafío está en mantener la coherencia: predicar la justicia social y el cuidado del pobre, sin caer en el juego de la polarización.

ConclusiónFrente a una Argentina esquematizada en “cristianos de derecha” y “peronistas de izquierda”, Jorge Bergoglio abrió un tercer camino: el de un pastor que, aunque marcado por esas tradiciones, decidió no volver a casa para no reforzar enfrentamientos internos, y no aliarse con ningún líder, para ser puente y no barrera. Esa paradoja sigue desafiándonos a pensar la política y la religión más allá de los rótulos.

¿Qué opinás vos? ¿Creés que un líder puede mantenerse ajeno a la política partidaria o siempre termina siendo “usado” por alguno de los lados?

 
 
 

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