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¿Elegimos mirar?: El cuerpo en la trampa de la pantalla

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Jun 6
  • 10 min read

Existen reportes documentados de personas que experimentaron crisis epilépticas tras la exposición repentina a la televisión occidental luego de la caída de la Cortina de Hierro. Este fenómeno se relaciona con la epilepsia fotosensible, una condición en la que ciertos estímulos visuales, como luces intermitentes o patrones visuales rápidos, pueden desencadenar convulsiones en individuos susceptibles.



📺 Contexto histórico



Durante décadas, los países del bloque soviético tuvieron acceso limitado a medios audiovisuales occidentales. La programación televisiva era generalmente más sobria, con imágenes estáticas y menos efectos visuales. Tras la apertura política y cultural de finales de los años 80 y principios de los 90, muchas personas fueron expuestas por primera vez a contenidos occidentales caracterizados por ritmos acelerados, luces brillantes y montajes rápidos.



⚡ Epilepsia fotosensible y televisión



La epilepsia fotosensible afecta aproximadamente a 1 de cada 4.000 personas, siendo más común en adolescentes y mujeres . Los estímulos visuales más propensos a desencadenar crisis incluyen luces que parpadean entre 5 y 30 veces por segundo, patrones de alto contraste y ciertos colores, especialmente el rojo .


En Europa, el sistema de televisión PAL tiene una frecuencia de actualización de 50 Hz, lo que puede ser más provocativo para personas con epilepsia fotosensible en comparación con el sistema NTSC de 60 Hz utilizado en América y Japón .



🧠 Casos documentados y estudios



Aunque no se dispone de estudios específicos que documenten un aumento masivo de crisis epilépticas en Europa del Este tras la caída de la Cortina de Hierro, sí existen investigaciones que demuestran cómo ciertos contenidos televisivos y videojuegos pueden provocar crisis en personas susceptibles. Por ejemplo, un estudio europeo encontró que el videojuego Super Mario World era más provocativo que programas de televisión estándar, especialmente en televisores con una frecuencia de 50 Hz .


Además, incidentes como el episodio de Pokémon en 1997, que causó crisis en cientos de niños en Japón debido a una escena con luces intermitentes, llevaron a una mayor conciencia sobre los riesgos de ciertos estímulos visuales .



🧩 Conclusión



Es plausible que la exposición repentina a la televisión occidental tras la caída de la Cortina de Hierro haya provocado crisis epilépticas en individuos con epilepsia fotosensible previamente no diagnosticada. Este fenómeno destaca la importancia de considerar los efectos neurológicos de los cambios culturales y tecnológicos rápidos.




📖 Capítulo 2 — ¿Elegimos mirar?: El cuerpo en la trampa de la pantalla



“Primero entró la pantalla. Después la luz. Después el temblor.”


En 1950, los estudios de comunicación de masas acuñaron la llamada “teoría de la aguja hipodérmica”: la idea de que los medios inyectan directamente ideas en una audiencia pasiva, sin filtros críticos ni mediaciones. Aunque luego esta tesis fue matizada por teorías más complejas de recepción, lo cierto es que sigue resonando cuando observamos el impacto sensorial —no solo ideológico— de ciertos estímulos mediáticos.


¿Qué libertad tiene alguien para elegir “no mirar” cuando todo en su entorno parpadea, gira, se reproduce solo, y aparece sin haberlo solicitado? ¿Qué tipo de consentimiento es posible en una economía visual diseñada para capturar la atención antes de que se procese racionalmente?





De consumidores a cuerpos expuestos



Las personas con epilepsia fotosensible encarnan —literalmente— el problema de la exposición involuntaria. Mientras que para muchos los flashes de un videojuego son solo parte del “espectáculo”, para ellas pueden significar una pérdida del control corporal, convulsiones, pérdida de consciencia o internaciones.


Y sin embargo, la responsabilidad de protegerse suele recaer sobre el individuo. ¿Por qué? ¿No son estos entornos cuidadosamente diseñados para maximizar la estimulación, sin advertencias claras ni mecanismos de regulación?





El Eternauta: el enemigo es invisible



En El Eternauta, la historieta de Héctor Germán Oesterheld publicada por primera vez en 1957, una nevada mortal cae sobre Buenos Aires. Los personajes sobreviven mientras estén dentro de sus casas, pero apenas exponen su cuerpo al exterior, mueren congelados. No hay advertencias. No hay tiempo de decidir.


“La nieve era hermosa, parecía inofensiva. Y sin embargo, mataba.” — El Eternauta


La metáfora es clara: no todos los peligros se perciben. La tecnología visual —como esa nieve— puede parecer banal o decorativa, pero en ciertas condiciones, impacta directamente en el sistema nervioso.


Así, la cultura visual contemporánea se convierte en una “nevada sensorial” continua, donde el peligro no está en el contenido de los mensajes, sino en su forma, su frecuencia, su brillo, su parpadeo.





Marshall McLuhan: el medio es el masaje



En su influyente obra Understanding Media: The Extensions of Man (1964), Marshall McLuhan planteó que “el medio es el mensaje”. Es decir: más importante que el contenido de lo que se dice, es el modo en que se lo dice y el soporte técnico que lo vehiculiza.


Cuando una imagen parpadea a 10 Hz, no importa si muestra flores o violencia: el cuerpo responde a la frecuencia. Si el scroll de TikTok activa el sistema dopaminérgico a través de la novedad visual cada 2 segundos, el contenido deja de ser lo central. Lo central es el diseño técnico de la estimulación.


“Los efectos de la tecnología no ocurren al nivel de las opiniones o conceptos, sino que alteran patrones de percepción de forma constante y sin resistencia.” — Marshall McLuhan, The Medium is the Massage (1967)


En este sentido, los consumidores no son agentes libres en una oferta abierta de contenidos: son cuerpos arrastrados por entornos sensoriales diseñados para superar las barreras de control voluntario.





¿Somos usuarios o somos usados?



Uno de los grandes mitos contemporáneos es el de la “libertad de elección”. Pero como han demostrado estudios de neurociencia cognitiva (Bargh & Chartrand, 1999; Kahneman, 2011), gran parte de nuestras respuestas son automáticas, inconscientes y contextualmente determinadas.


Cuando una plataforma está diseñada para maximizar la permanencia, y sus colores, sonidos y ritmos están pensados para reducir el umbral atencional, hablar de libertad de consumo es problemático.


En personas con vulnerabilidad neurológica (como en la epilepsia fotosensible), esta falta de libertad no es filosófica: es física. El entorno las elige antes de que puedan elegir.





El consentimiento visual no existe



¿Pediste ver ese anuncio? ¿Ese pop-up? ¿Ese patrón intermitente en la marquesina de una tienda? ¿Ese clip acelerado en tu feed? No.


El entorno visual contemporáneo está basado en la captura no consensuada del sistema perceptual.


La legislación apenas contempla la exposición a contenidos violentos o sexuales, pero ignora por completo el diseño fisiológicamente dañino del propio estímulo visual.





¿Qué hacer?



No se trata de regresar al oscurantismo. Ni de censurar la creatividad visual. Se trata de reconocer que hay cuerpos más sensibles, sistemas nerviosos que no pueden procesar tanta luz, tanta vibración, tanto estímulo.


Y de entender que todos, incluso quienes no tienen epilepsia, están siendo afectados en su capacidad de concentración, sueño, regulación emocional y atención por esta sobredosis visual.


Como diría Oesterheld, el enemigo ya está adentro. Solo que no lo vemos.





Bibliografía citada:



  • Bargh, J. A., & Chartrand, T. L. (1999). The unbearable automaticity of being. American Psychologist, 54(7), 462–479.

  • Kahneman, D. (2011). Thinking, Fast and Slow. Farrar, Straus and Giroux.

  • McLuhan, M. (1964). Understanding Media: The Extensions of Man. McGraw-Hill.

  • McLuhan, M., & Fiore, Q. (1967). The Medium is the Massage. Penguin Books.

  • Oesterheld, H. G., & Solano López, F. (1957). El Eternauta. Editorial Hora Cero.

  • Young, R. S., & Collins, R. L. (1979). A revision of the hypodermic needle theory of mass communication. Journal of Communication, 29(3), 10–14.



En el Capítulo 3 del libro, se abordan:


  • El impacto del entorno hipervisual sobre la mente y el cuerpo;

  • El rol del nucleus accumbens en la “sed” de estímulo (dopamina y recompensa);

  • La idea de adicción a la imagen como proceso conductual;

  • Y herramientas desde el mindfulness, la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la interocepción somática para comenzar a volver al cuerpo y tomar conciencia de por qué hacemos lo que hacemos.






📖 Capítulo 3 — El cuerpo que busca: dopamina, hábito y retorno



“No miramos porque queremos. Miramos porque algo, en lo más profundo del cuerpo, ya miró por nosotros.”


Un niño hace scroll sin parar en una red social. No quiere ver más. Está aburrido. Incluso ansioso. Y sin embargo, sigue. ¿Por qué?


Un adolescente cambia de video cada 10 segundos. No termina ninguno. Se siente frustrado, lento, agotado. Pero no puede parar. ¿Qué fuerza lo empuja?


La explicación no está (sólo) en la voluntad. Está en el cuerpo. Y más precisamente, en un pequeño núcleo situado entre las regiones más profundas del cerebro: el nucleus accumbens, parte del llamado sistema de recompensa dopaminérgico.





El hambre de estímulo



El nucleus accumbens actúa como una especie de radar del deseo: anticipa placer, dirige la atención hacia lo novedoso, libera dopamina cuando algo capta nuestro interés. No responde tanto a lo que es placentero en sí, sino a lo que podría serlo.


Es esa parte de ti que dice: “Tal vez este siguiente video sí valga la pena”. “Tal vez esta nueva imagen me sorprenda”. “Tal vez después venga algo mejor”.


En su libro Dopamine Nation (2021), Anna Lembke lo explica con claridad: la dopamina no es una hormona del placer, sino del anhelo. Y cuando el entorno está lleno de estímulos diseñados para captar nuestra atención, este circuito se sobreexcita.


“Nos hemos convertido en criaturas atrapadas entre el exceso de placer anticipado y la incapacidad de detenernos.” — Lembke, 2021





¿Por qué no podemos parar?



La respuesta está en la fisiología del hábito. Cuando el sistema dopaminérgico se acostumbra a una cadencia alta de novedad (nuevos estímulos visuales, nuevos colores, nuevos cortes), el umbral de satisfacción sube. Lo anterior ya no basta. Queremos más, pero cada vez sentimos menos.


Esto genera una disociación progresiva:


  • El cuerpo busca, pero no encuentra;

  • La mente intenta parar, pero no puede;

  • Y la atención queda atrapada en un ciclo de hiperestimulación que no satisface, pero mantiene.



En ACT, esto se llama fusión con la urgencia interna. En mindfulness, reacción automática ante el anhelo. En neurobiología, desensibilización del circuito de recompensa.





Volver al cuerpo: una propuesta somática



El primer paso no es dejar de mirar. Es volver a sentir que estamos mirando.

Para eso, propongo una secuencia sencilla, basada en prácticas de interocepción (conciencia de las sensaciones internas del cuerpo) y mindfulness encarnado.



🔹 Ejercicio 1: El pulso de la vista



  1. Detenete frente a una pantalla. Sin apagarla. Sin juzgarla.

  2. Cerrá los ojos por 30 segundos y llevá la atención a la respiración. No la controles.

  3. Luego, abrí los ojos muy lentamente. Observá el primer objeto o imagen sin mover la vista.

  4. Sentí si tu cuerpo cambia: ¿se tensa? ¿se inquieta? ¿se relaja?

  5. Preguntate: ¿Por qué miré esto? ¿Qué buscaba en esta imagen? ¿Qué parte de mí sintió que la necesitaba?



No respondas con palabras aún. Solo sentí. Después, si querés, escribí una línea breve.


Este tipo de práctica permite desfusionarse del impulso y volver a percibir la motivación desde el cuerpo.





Análisis funcional: ¿para qué lo hago?



Una de las herramientas más potentes de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) es el análisis funcional. No se trata de “por qué hago esto” en términos abstractos, sino:


  • ¿Cuándo ocurre esto?

  • ¿Qué lo antecede?

  • ¿Qué lo refuerza?

  • ¿Qué me alivia momentáneamente?

  • ¿Qué precio pago a largo plazo?



Ejemplo de autorregistro para análisis funcional:

Situación

Pensamiento o impulso

Conducta

Alivio momentáneo

Costo a largo plazo

Ansiedad al estudiar

“Voy a ver un video corto”

Abro TikTok

Distracción inmediata

Más ansiedad después

Soledad

“Capaz me llega un mensaje”

Miro redes

Sensación de conexión

Me siento más vacío luego

Este tipo de exploración no busca culpabilizar. Busca volver a ver lo que antes hacíamos sin ver. Es la base de toda libertad.





La libertad como regulación, no como elección



En este entorno sensorial, la libertad no es elegir entre mirar o no mirar.

La verdadera libertad es poder detectar el impulso, nombrarlo y sostenerlo sin actuarlo inmediatamente.


Eso solo puede hacerse desde el cuerpo. No desde la voluntad abstracta.


Y para eso, propongo en los próximos capítulos una caja de herramientas somáticas que se puedan usar a diario: para calmar, centrar, redirigir la atención y elegir con más presencia qué tipo de estímulo queremos en nuestra


Continuamos con el Capítulo 3 (segunda parte) como un cuaderno de trabajo somático y funcional, con ejercicios concretos inspirados en:


  • Mindfulness encarnado,

  • ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso),

  • Terapias somáticas basadas en la interocepción,

  • Y análisis funcional del comportamiento.



El objetivo es ofrecerte herramientas prácticas y cotidianas para recuperar agencia en el vínculo con los estímulos visuales hiperdopaminérgicos, como pantallas, redes sociales, reels, etc., en un mundo que nos “captura” sin que lo notemos.





🧠📓 Capítulo 3 (continuación) — Cuaderno de trabajo: volver al cuerpo, reconocer la sed



“La mente sigue deseando lo que el cuerpo ya no puede metabolizar.”





Ejercicio 2 — El mapa de la sed



Este ejercicio permite localizar físicamente cómo se siente la urgencia por consumir estímulo (pantallas, redes, imágenes nuevas, etc.).



Instrucciones:



  1. Sentate cómodamente. Cerrá los ojos.

  2. Pensá en el momento más reciente donde sentiste el impulso de mirar una pantalla sin querer hacerlo.

  3. Hacelo vívido: ¿qué había alrededor? ¿cómo estaba tu cuerpo?

  4. Ahora, preguntate:


    • ¿Dónde siento ese impulso en el cuerpo?

    • ¿Qué temperatura tiene?

    • ¿Se mueve? ¿Pulsa? ¿Arde?


  5. Dibujalo (mental o gráficamente) en un “mapa corporal”.


    • Ejemplo: zona del pecho con presión, nuca con calor, manos inquietas.




Este ejercicio ayuda a desautomatizar la conducta: el deseo deja de ser invisible. Lo volvés parte de tu conciencia interoceptiva.





Ejercicio 3 — El retardo de los 90 segundos (basado en ACT y neurobiología del impulso)



El neurocientífico Jill Bolte Taylor descubrió que una emoción intensa, una vez activada, tiene una duración fisiológica de 90 segundos si no es alimentada por pensamientos repetitivos.


Este ejercicio entrena la capacidad de esperar y observar.



Instrucciones:



  1. Cuando sientas el impulso de “ver algo ya”, parate. Literalmente.

  2. Activá un cronómetro de 90 segundos.

  3. Durante ese tiempo, hacé tres cosas:


    • Observá cómo se siente ese impulso en tu cuerpo (Ej. “hay electricidad en mis dedos”).

    • Nombrá mentalmente: “Estoy teniendo el pensamiento de que mirar algo me calmará”.

    • Repetí como ancla: “Puedo mirar después. Ahora estoy conmigo”.




Este ejercicio desarrolla tolerancia somática a la urgencia.





Herramienta de ACT — El diario de elección valiosa



En ACT se distingue entre conductas impulsadas por el alivio inmediato (evitación) y conductas guiadas por valores (presencia y dirección).


Este diario te ayuda a ver la diferencia:

Momento del día

Impulso automático

¿Lo seguí?

¿Qué sentí después?

¿Qué podría hacer mañana con más presencia?

9:30 AM

Revisar el celu al despertar

Apurado, distraído

Respirar primero, mirar después

14:00 PM

Scrollear en medio de trabajo

No

Más claridad mental

Seguir sosteniendo microespacios de pausa

Hacer esto por 7 días permite ver patrones y recuperar capacidad de elección.





Herramienta somática — Microsecuencia de retorno (2 minutos)



Secuencia simple para cada vez que te sentís “secuestrado” por la pantalla:


  1. Detener: Mirá lejos 10 segundos. Luego cerrá los ojos.

  2. Respirar: Inhalá en 4, retené en 4, exhalá en 6. Hacelo 3 veces.

  3. Sentir: Preguntate: “¿Qué parte de mí está en urgencia? ¿Qué siente falta?”.

  4. Elegir: “¿Quiero seguir esto porque me lleva a donde quiero, o porque me aleja de lo que no quiero sentir?”.



Usala como ancla cuando sientas que la imagen ganó antes de que te des cuenta.





El círculo de la “sed”: insight funcional



Terminamos esta sección con un modelo visual de análisis funcional para observar el ciclo adictivo de estímulo.



🔄 Círculo de la Sed Dopaminérgica


Detonante → Deseo anticipado → Impulso corporal → Conducta automática → Alivio breve → Sensación de vacío → Nueva búsqueda

Herramienta funcional: completalo con ejemplos propios.

Fase

Tu ejemplo

Detonante

Silencio incómodo en casa

Deseo anticipado

“Capaz hay algo interesante online”

Impulso corporal

Cosquilleo en las manos

Conducta automática

Abrir Instagram

Alivio breve

Risa o distracción momentánea

Sensación de vacío

Aburrimiento, cansancio

Nueva búsqueda

Cambiar a otra red

Una vez que lo ves en vos, ya no es invisible. Y eso es el comienzo del cambio.





 
 
 

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