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🌌 Cuando la mirada se aleja: visión, perspectiva y la arquitectura interior del tiempo

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Jun 20
  • 4 min read








“Somos una forma de que el universo se conozca a sí mismo.”

— Carl Sagan


Hace cientos de miles de años, nuestros ancestros miraban al horizonte para sobrevivir. Oteaban sabanas abiertas, cordilleras remotas, líneas del cielo donde asomaban tormentas, bestias o promesas. En esa acción simple —mirar lejos— estaba cifrado un complejo entramado de procesos sensoriales, emocionales y sociales. Pero también, y esto lo estamos redescubriendo, había una llave sutil hacia la amplitud mental, la calma fisiológica y el sentido de la orientación interior.


Hoy, muchos de nosotros pasamos horas mirando pantallas de 20 centímetros. Nuestra mirada se ha vuelto miope, no solo en sentido óptico, sino también psicológico. Volver a mirar lejos no es solo una cuestión de higiene visual: es un acto simbólico y fisiológico que nos reconecta con una perspectiva más amplia del mundo y de nosotros mismos.





🧠 Visión y sistema nervioso: más allá del ojo



El acto de mirar no es pasivo. Involucra al sistema nervioso autónomo, que regula el equilibrio entre activación y relajación. En particular, cuando fijamos la vista en un punto cercano, se activa la visión focal (fóvea central), que moviliza atención selectiva y procesos asociados a la resolución de problemas inmediatos —algo útil pero agotador si se sostiene demasiado tiempo.


En cambio, al permitir que la mirada se relaje y se proyecte hacia el horizonte, se activa el sistema parasimpático, el que nos calma y regula:


  • El neurocientífico Andrew Huberman (Stanford University) explica que la mirada amplia o “panorámica” inhibe la amígdala y activa zonas prefrontales involucradas en el procesamiento reflexivo y no reactivo.

  • Esta “mirada abierta” reduce el cortisol y facilita estados de relajación general, incluso sin necesidad de cerrar los ojos o meditar formalmente (Huberman Lab Podcast, 2021).



Desde una perspectiva evolutiva, esto tiene sentido: en estado de seguridad, el animal relaja su enfoque y amplía la mirada. Cuando hay peligro, en cambio, fija la atención, contrae el campo visual y orienta todos los sentidos a la amenaza.





🌀 Distancia y abstracción: la psicología del tiempo y el espacio



La mirada lejana no solo regula el cuerpo: también altera la forma en que pensamos. En psicología cognitiva, esto se conoce como Construal Level Theory (Trope & Liberman, 2010), que postula que cuanto más “lejana” es una situación —en tiempo, espacio o pertenencia emocional—, más abstractamente la representamos.


Mirar al horizonte, entonces, invita al cerebro a operar en un modo más reflexivo, integrador, menos atrapado en el detalle. Esto está directamente vinculado a funciones ejecutivas como la metacognición, la regulación emocional y la capacidad de proyectarse en el futuro (Berns et al., 2007).


Ejemplo cotidiano: cuando estamos demasiado cerca de un problema, nos resulta abrumador. Pero al tomar distancia —física o mental— suele emerger una visión más clara. Mirar lejos literalmente entrena esa distancia psicológica.





🌄 La mirada como umbral: antropología y contemplación



En muchas culturas, mirar al horizonte no es solo supervivencia, sino acto sagrado.


  • En las tradiciones chamánicas andinas, se considera que mirar hacia las montañas (apus) permite conectarse con seres protectores y recuperar el equilibrio interno.

  • En el budismo tibetano, ciertas prácticas de Dzogchen (como sky gazing) entrenan la conciencia abierta mirando al cielo, dejando que la mente “se disuelva en el espacio”.

  • En el cristianismo medieval, la iconografía del cielo como metáfora del Reino de Dios era, también, una invitación a elevar la mirada para salir del conflicto mundano.



La mirada al infinito ha sido durante milenios una herramienta de regulación, de trascendencia y de integración. Una tecnología sensorial de acceso universal, anterior a toda palabra.





🧭 Ejercicios prácticos para recuperar la amplitud



A continuación, tres ejercicios que podés practicar en casa o al aire libre. Son accesibles, breves y pueden integrarse a rutinas diarias:





1. Mirada panorámica (2-5 minutos)



Objetivo: activar el sistema parasimpático y reducir la hiperfocalización.


Cómo:


  • Elegí un punto lejano, como el horizonte, un techo alto o una copa de árbol.

  • Dejá que tus ojos se suavicen. No enfoques.

  • Notá cómo el campo visual se expande a los costados.

  • Respirá con profundidad, sin forzar.

  • Observá cómo cambia tu cuerpo y tu mente.






2. Distancia emocional con mirada amplia (5-8 minutos)



Objetivo: ganar perspectiva sobre un tema personal.


Cómo:


  • Mirando a lo lejos, traé a la mente una preocupación actual.

  • En lugar de analizarla, simplemente sostenela en el fondo de tu mente mientras mantenés la mirada amplia.

  • Preguntate: ¿Cómo se ve esto desde más lejos? ¿Cómo se sentiría en 10 años?

  • No busques soluciones. Solo ampliá el marco.






3. Diario de horizontes



Objetivo: entrenar la capacidad de proyectarse a futuro desde una base corporal.


Cómo:


  • Una vez por semana, después de mirar al horizonte, escribí:


    • ¿Qué veo en mi futuro hoy?

    • ¿Qué se vuelve pequeño al mirar desde acá?

    • ¿Qué decisiones quiero tomar desde esta amplitud?




Podés hacerlo al atardecer o en momentos de sobrecarga mental.





🔭 A modo de cierre: redirigir la mirada, redirigir la vida



Mirar lejos es un acto simple. Pero en su sencillez encierra una sabiduría olvidada. Es una forma ancestral de reiniciar el sistema, de recordar que no todo depende de lo inmediato, de recuperar la relación con el espacio, el tiempo y la propia conciencia.


Volver a mirar el horizonte —ya sea desde una ventana, una terraza o una plaza— es también volver a decirnos que hay un más allá. No necesariamente mágico, pero sí más amplio, más lento, más sabio.





📚 Bibliografía sugerida



  • Huberman, A. (2021). The Science of Vision and Mental Health. Huberman Lab Podcast.

  • Trope, Y., & Liberman, N. (2010). Construal-Level Theory of Psychological Distance. Psychological Review, 117(2), 440–463.

  • Berns, G. S., et al. (2007). The Neural Basis of Long-Term Value. Trends in Cognitive Sciences, 11(2), 88–92.

  • Varela, F. J., Thompson, E., & Rosch, E. (1991). The Embodied Mind: Cognitive Science and Human Experience. MIT Press.

  • Sagan, C. (1980). Cosmos. Random House.





 
 
 

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