¿Cuántos hombres se necesitan para vencer a un oso?
- Marcelo Gallo
- May 26
- 4 min read

Una metáfora viral como espejo de la lucha interior
En redes sociales se viralizó una pregunta absurda y fascinante: ¿cuántos hombres se necesitarían para vencer a un oso en combate cuerpo a cuerpo? Lo que en apariencia es solo una fantasía testosterónica se transforma, si la observamos con lentes psicológicos, en una metáfora poderosa: una proyección externa de una lucha interna más profunda.
El oso como sombra: Freud, Jung y la pulsión de muerte
Para Sigmund Freud, las personas estamos regidas por dos grandes pulsiones: Eros, la pulsión de vida, y Thanatos, la pulsión de muerte. Esta última no es solo destrucción hacia afuera, sino también hacia adentro: la tendencia al autosabotaje, la compulsión a la repetición, la atracción por el riesgo o la disolución.
El oso, en esta metáfora, puede ser leído como una representación externa de esa pulsión de muerte. Es grande, animal, instintivo, salvaje. Y el grupo de hombres que intentan enfrentarlo representan quizás la racionalidad, la voluntad de orden, o incluso el intento colectivo de dominar lo irracional.
Pero Carl Gustav Jung nos invita a ir más allá del intento de dominar. Para él, el oso sería una imagen arquetípica de la Sombra: todo aquello que negamos de nosotros mismos, pero que insiste en volver. Lo violento, lo animal, lo temido, pero también lo poderoso. En palabras de Jung:
“Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad.” (Jung, 1951, “Psicología y alquimia”)
Entonces, ¿cuántos hombres se necesitan para vencer al oso? Quizás la pregunta correcta sea: ¿cuánta conciencia necesitamos para integrar esa parte de nosotros que tememos?
El conflicto como motor de síntesis: Hegel y el camino del héroe
El filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel propuso que todo desarrollo humano avanza a través de conflictos dialécticos. Una tesis (idea inicial) choca con una antítesis (su opuesto), y de ese enfrentamiento surge una síntesis: una nueva forma que incorpora aspectos de ambas.
“Todo lo racional es real, y todo lo real es racional.” (Hegel, 1807, “Fenomenología del espíritu”)
El conflicto con el oso, si se lo atraviesa de forma reflexiva y simbólica, puede convertirse en un momento de síntesis. No se trata de destruir al oso, sino de integrar sus fuerzas dentro de un nuevo equilibrio.
Este es también el arco del camino del héroe, propuesto por Joseph Campbell. Un sujeto ordinario se ve forzado a salir de su mundo conocido, enfrenta pruebas, enemigos y aliados, desciende a lo más oscuro (el vientre de la ballena), y finalmente regresa transformado.
“El héroe es aquel que ha dado su vida a algo más grande que él mismo.” (Campbell, 1949, “El héroe de las mil caras”)
La mente que resuelve: conflicto, problemas y creatividad
Desde la psicología cognitiva, podemos pensar este proceso como una situación-problema. Newell y Simon (1972) describieron el pensamiento como una búsqueda en el espacio de problemas, donde el sujeto explora caminos posibles entre una situación inicial y una deseada.
El oso puede representar un obstáculo entre el yo actual y un yo deseado. Pero el peligro es necesario, porque da forma al camino. Si el desafío es auténtico, la resolución también lo será.
El escudo es la autocompasión
Pero no es suficiente con enfrentarse al conflicto. Lo que protege al héroe de convertirse en monstruo es la autocompasión. Kristin Neff (2003) propone que tratarse a uno mismo con amabilidad, reconociendo la humanidad compartida y cultivando la atención plena, no debilita, sino que fortalece.
“La autocompasión no es un permiso para evitar el dolor, sino una forma sabia de enfrentarlo con corazón abierto.”
Podemos imaginar la autocompasión como el escudo del héroe. No impide el conflicto, pero permite sostenerlo sin destruirse en el proceso.
Propuesta experiencial:
El oso y yo
1. Dibujo simbólico:
Invitá a los participantes a dibujar un oso. No se trata de hacerlo “bien”, sino de representar simbólicamente aquello que perciben como fuerte, peligroso o instintivo. Luego, que dibujen a las personas que lo enfrentan (puede ser uno mismo o un grupo).
2. Narrativa guiada:
Proponé que escriban una historia con estos personajes. Algunas preguntas para guiar:
¿Quién es el oso? ¿Qué representa en mi vida?
¿Qué quieren las personas que lo enfrentan?
¿Tienen alguna estrategia? ¿Cómo se sienten al verlo?
¿Qué pasaría si, en vez de pelear, intentaran entenderlo?
¿Qué historia cuenta el oso sobre sí mismo?
3. Perspectiva desde el self:
Preguntas desde el enfoque de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) o Mindfulness:
¿Qué parte de vos se siente como el oso?
¿Qué parte se siente como los que lo enfrentan?
¿Cómo sería dejar de luchar y empezar a escuchar?
¿Qué aprendizaje aparece cuando se deja de controlar?
4. Agradecimiento simbólico:
Como cierre, invitar a cada persona a agradecerle al oso por lo que vino a mostrar. Incluso si es incómodo. Agradecerle no es justificarlo, sino reconocer su papel en la historia.
Este ejercicio puede formar parte de un taller de autoconocimiento, de integración de la sombra o incluso de entrenamiento en resolución de conflictos. Porque al final, la pregunta cuántos hombres hacen falta para vencer a un oso no busca una respuesta externa, sino una transformación interna.
Comentarios