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¿Cómo puede una bicicleta fija y una colchoneta elástica ser útiles en un consultorio psicológico que busca construir progresivamente una práctica sensible al trauma?

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Oct 10
  • 5 min read






Lic. Marcelo Gallo de Urioste





Introducción



En las últimas décadas, el campo de la psicoterapia ha experimentado una expansión fundamental: del tratamiento verbal hacia una comprensión integral del cuerpo como territorio donde también habita la experiencia traumática. Autores como Bessel van der Kolk (2014) y Pat Ogden (2006) han mostrado que el trauma no se resuelve únicamente mediante la narrativa, sino que requiere una reintegración sensoriomotriz del cuerpo, capaz de restablecer los circuitos de seguridad y agencia que el trauma interrumpe.


En este marco, la presencia de una bicicleta fija o una colchoneta elástica en un consultorio psicológico puede parecer, a primera vista, un gesto excéntrico. Sin embargo, cuando se observa desde la perspectiva de una práctica terapéutica sensible al trauma, estos objetos adquieren una función profundamente clínica: permitir que el cuerpo vuelva a participar del proceso de regulación, autorregulación y conexión con el entorno.





1. Trauma y cuerpo: la necesidad de una vía fisiológica de regulación



El trauma psicológico no es simplemente un evento pasado, sino un patrón persistente de disregulación del sistema nervioso autónomo (Porges, 2011). Las terapias sensibles al trauma —como la Somatic Experiencing (Levine, 2010), la Terapia Sensoriomotriz (Ogden, Minton & Pain, 2006) y los enfoques basados en la Teoría Polivagal (Porges, 2021)— enfatizan que la sensación de seguridad no se alcanza con el pensamiento, sino a través de la reconfiguración corporal de la percepción de amenaza.


El movimiento rítmico, la estimulación vestibular y la propiocepción profunda pueden activar los circuitos del nervio vago ventral, que facilitan estados de calma, conexión social y flexibilidad fisiológica (Dana, 2018). En este sentido, recursos como la bicicleta fija o una colchoneta elástica pueden actuar como intermediarios somáticos para reactivar la capacidad de regulación desde el cuerpo, especialmente en pacientes que han perdido confianza en sus propias sensaciones.





2. La bicicleta fija: ritmo, bilateralidad y agencia



El pedaleo suave y constante constituye una forma de movimiento bilateral rítmico, comparable a los mecanismos activados en el EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing; Shapiro, 2018). Este tipo de estimulación bilateral alternada facilita la integración interhemisférica y disminuye la activación autonómica.


Además, el movimiento circular y continuo genera una señal de agencia: el cuerpo vuelve a sentir que “puede moverse”, que hay una dirección controlada y segura. Esto es especialmente valioso en personas con historias de colapso, disociación o indefensión aprendida (Maier & Seligman, 1976).


En términos prácticos, se puede invitar al paciente a usar la bicicleta fija antes o después de sesiones particularmente movilizadoras, con consignas centradas en el presente:


“Sentí cómo tus piernas se mueven con ritmo propio. Notá que no necesitás correr. Estás en control.”


Tal como señalan Fogel (2009) y van der Kolk (2014), la reconexión interoceptiva —la capacidad de sentir el propio cuerpo sin miedo— es un paso esencial hacia la integración postraumática.





3. La colchoneta elástica: rebote, juego y ventana de tolerancia



El rebote suave en una colchoneta elástica o mini trampolín estimula los sistemas vestibular y propioceptivo, contribuyendo al restablecimiento del equilibrio y la orientación corporal. En términos neurofisiológicos, esta estimulación amplía la ventana de tolerancia (Siegel, 1999): el rango dentro del cual una persona puede permanecer conectada a la experiencia sin ser abrumada ni disociarse.


El rebote también introduce una dimensión lúdica. El cuerpo, que en el trauma suele volverse rígido o colapsado, vuelve a experimentar alegría cinética: movimiento sin amenaza. Según Ogden y Fisher (2015), el juego corporal controlado permite “reaprender seguridad” desde el movimiento, restaurando la plasticidad de las respuestas somáticas ante estímulos.


El uso terapéutico puede ir desde ejercicios simples de respiración sincronizada con el rebote hasta exploraciones guiadas de “cómo se siente volver a caer y sostenerse”. En este sentido, el rebote se convierte en una metáfora corporal de la resiliencia encarnada.





4. Movimiento y simbolismo: del cuerpo rígido al cuerpo que confía



Incluir herramientas de movimiento en el consultorio no busca reemplazar la palabra, sino preparar el terreno fisiológico para que la palabra tenga sentido. En pacientes con trauma complejo, la rigidez muscular y las posturas defensivas expresan intentos inconscientes de autoprotección (Ogden et al., 2006).


Una bicicleta fija o una colchoneta elástica, lejos de ser objetos decorativos, encarnan la posibilidad simbólica de que el cuerpo vuelva a moverse sin peligro. Representan la idea de que el trabajo terapéutico puede incluir no solo hablar sobre el trauma, sino también moverse a través de él.


Van der Kolk (2014) lo resume con precisión:


“El trauma se cura cuando el cuerpo deja de ser un enemigo y vuelve a ser un aliado.”





5. Integración práctica en un consultorio sensible al trauma



Construir un espacio clínico sensible al trauma implica repensar tanto la disposición física del consultorio como las herramientas disponibles. La incorporación progresiva de objetos de movimiento debe realizarse con intención terapéutica y flexibilidad adaptativa.


Propuesta de integración gradual:


  1. Presentación simbólica: explicar el propósito de los elementos como recursos de regulación corporal.

  2. Uso opcional: ofrecerlos antes o después de sesiones movilizadoras.

  3. Co-regulación guiada: acompañar el movimiento con ejercicios de atención plena o respiración.

  4. Autonomía: fomentar que el paciente reconozca su propio ritmo y se apropie del movimiento como herramienta personal de regulación.






Conclusión



Una bicicleta fija y una colchoneta elástica, dentro de un marco de psicoterapia sensible al trauma, no son meros accesorios: son dispositivos de reconexión cuerpo-mente. Su presencia en el consultorio comunica —incluso antes de cualquier palabra— que el cuerpo está incluido en la cura, que la salud mental también se sostiene en el movimiento, y que sanar es, en última instancia, volver a confiar en el propio ritmo.





Bibliografía



  • Dana, D. (2018). The Polyvagal Theory in Therapy: Engaging the Rhythm of Regulation. W. W. Norton.

  • Fogel, A. (2009). The Psychophysiology of Self-Awareness: Rediscovering the Lost Art of Body Sense. W. W. Norton.

  • Levine, P. (2010). In an Unspoken Voice: How the Body Releases Trauma and Restores Goodness. North Atlantic Books.

  • Maier, S. F., & Seligman, M. E. P. (1976). Learned helplessness: Theory and evidence. Journal of Experimental Psychology: General, 105(1), 3–46.

  • Ogden, P., Minton, K., & Pain, C. (2006). Trauma and the Body: A Sensorimotor Approach to Psychotherapy. W. W. Norton.

  • Ogden, P., & Fisher, J. (2015). Sensorimotor Psychotherapy: Interventions for Trauma and Attachment. W. W. Norton.

  • Porges, S. W. (2011). The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, and Self-Regulation. W. W. Norton.

  • Porges, S. W. (2021). Polyvagal Safety: Attachment, Communication, Self-Regulation. W. W. Norton.

  • Shapiro, F. (2018). Eye Movement Desensitization and Reprocessing (EMDR) Therapy: Basic Principles, Protocols, and Procedures (3rd ed.). Guilford Press.

  • Siegel, D. J. (1999). The Developing Mind: Toward a Neurobiology of Interpersonal Experience. Guilford Press.

  • van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Viking.




 
 
 

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