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Ícaro, Soul y el milagro de estar vivos

  • Writer: Marcelo Gallo
    Marcelo Gallo
  • Jul 2
  • 4 min read









Una lectura desde la atención plena, la autocompasión y la libertad encarnada


“El verdadero milagro no es volar por el aire ni caminar sobre el agua, sino caminar sobre la tierra.”

— Thich Nhat Hanh





1. Introducción: una historia que baja del cielo a la tierra



En Soul (2020), la película animada de Pixar, seguimos a Joe Gardner, un profesor de música neoyorquino, introvertido, apasionado por el jazz y —según él mismo— atrapado en una vida que no le pertenece. Joe da clases en una escuela secundaria, pero su corazón late únicamente cuando toca el piano. Para él, la vida verdadera empezará recién cuando logre tocar con una gran banda.


Ese momento parece llegar cuando lo convocan a una audición con Dorothea Williams, una legendaria saxofonista. Joe deslumbra. Lo contratan. Sale eufórico… pero distraído. No ve el pozo en la vereda. Y cae. Literalmente.


Su alma se separa de su cuerpo y comienza un viaje surrealista hacia “el Gran Después”, una dimensión entre la vida, la muerte y el potencial de nacer. Allí conoce a 22, un alma escéptica e irónica, que ha evitado la vida durante milenios. Juntos, por accidente, deberán colaborar para intentar que Joe regrese a su cuerpo. Pero el alma que termina cayendo a la Tierra es 22. Y al mirar el mundo desde adentro por primera vez, todo cambia.





2. Ícaro: el vuelo como símbolo del anhelo



Ícaro, en la mitología griega, escapa del encierro con alas de cera y plumas. Su padre Dédalo le advierte: no vueles muy alto, ni muy bajo. Pero Ícaro, embriagado por la libertad, asciende. El sol derrite sus alas. Cae al mar.


Solemos leer el mito como una advertencia contra la desmesura, pero también puede interpretarse como una tragedia del deseo de escapar de lo cotidiano. De querer encontrar sentido “más allá”.


Joe repite este gesto. Su “sol” es el escenario. La fama. El jazz. Su vida cotidiana —la escuela, su madre, sus alumnos— le parece una cárcel. Vive, sin saberlo, atrapado en lo que Tara Brach llama “la trampa de la insuficiencia” (Radical Acceptance, 2003): la idea de que aún no estamos listos para vivir.





3. El flow como elevación… y como fuga



Cuando Joe toca el piano, entra en flow: ese estado óptimo descrito por Mihály Csíkszentmihályi, donde nos sentimos completamente absorbidos por la experiencia. El tiempo se desvanece, el yo se diluye. Se trata de una de las experiencias más plenas que se han estudiado en psicología.


Pero Soul introduce una advertencia: incluso el flow puede transformarse en evasión.


En el “Más Atrás”, donde las almas se preparan para nacer, descubrimos que algunas han perdido el rumbo. Eran almas con una pasión. Pero esa pasión se volvió obsesión. Se desconectaron del presente y se volvieron sombras.


“Podemos estar profundamente concentrados… y al mismo tiempo profundamente desconectados del milagro de estar vivos.” — Thich Nhat Hanh, Peace is Every Step (1992)





4. 22: el alma que nunca quiso bajar



22 no quiere encarnar. Nada le interesa. Ni la voz de Gandhi, ni la de Madre Teresa, ni la de Einstein lograron convencerla. Hasta que cae. Y empieza a mirar.


Una semilla. Una hoja movida por el viento. Un pedazo de pizza.


Esos detalles —mínimos y presentes— tocan algo en ella. Más que cualquier argumento. Vive lo que Tara Brach llama presencia encarnada: un instante de conexión entre el cuerpo, el corazón y el mundo, sin juicio ni exigencia.


“La autocompasión nos recuerda que somos valiosos no por lo que logramos, sino por lo que sentimos y compartimos.” — Kristin Neff, Self-Compassion (2011)





5. Joe cae, pero no se rompe



La caída de Joe no lo destruye. Lo despierta. Descubre que su vida no empieza en el escenario: empieza en el instante en que se detiene a mirar, a escuchar, a sentir. Descubre que la plenitud no se encuentra solo en lo extraordinario, sino también —y sobre todo— en lo ordinario.


En este sentido, Soul nos regala una reversión del mito de Ícaro: Joe cae para comenzar a vivir.


“Ya estamos en casa. No necesitamos ir a ninguna parte para tocar la maravilla de la vida.” — Thich Nhat Hanh, The Miracle of Mindfulness (1975)





6. ¿Por qué tantos roqueros mueren a los 27?



Ícaro no fue el único que cayó fascinado por su propio vuelo. El “Club de los 27” —Hendrix, Joplin, Cobain, Winehouse— nos recuerda que muchos artistas brillaron intensamente… y se apagaron jóvenes.


¿Qué pasa cuando el flow, el éxtasis creativo, el reconocimiento, se vuelven la única forma aceptable de vivir? ¿Qué pasa cuando no hay sostén, ni tierra, ni cuidado?


El problema no es volar. Es no saber cómo volver.





7. Compasión encarnada: vivir sin escapar



Sidney Stone Halifax propone que el bienestar no proviene del control ni del éxito, sino de sentirnos sostenidos mientras habitamos el presente. Esto es lo que Tara Brach y Kristin Neff llaman compasión encarnada: detenernos, escuchar, permitir y nutrir. No para arreglarnos. Para acompañarnos.





🌧️ Ejercicio RAIN: para reconectar con el milagro de lo simple



Este ejercicio puede hacerse en 10 a 15 minutos. Sentado o caminando. Ideal para momentos de frustración o desconexión.


R – Reconocer

Observá lo que está pasando en vos. “Esto es tristeza.” “Esto es urgencia.” Nombrar es el primer acto de amor.


“Nombrar es la primera forma de amor.” — Tara Brach


A – Aceptar

No luches contra lo que sentís. Decí: “Esto también pertenece.” Abrí espacio.


I – Investigar con amabilidad

¿Dónde lo sentís en el cuerpo? ¿Hay tensión en el pecho, la garganta, el estómago? Escuchá sin querer cambiar nada.


“Escuchar el cuerpo es empezar a volver a casa.” — Sidney Stone Halifax


N – Nutrir

Llevá una mano al corazón o a donde más lo necesites. Decite algo suave: “Estoy acá.” “Esto también está bien.”

Imaginá que estás sentado junto a 22, mirando una hoja caer. Respirando.





✨ Cierre



Soul y el mito de Ícaro parecen historias opuestas. Uno cae y muere. El otro cae y despierta. Pero ambas nos hablan del deseo humano de encontrar sentido. De volar. De pertenecer a algo más grande.


Quizás el secreto no sea dejar de volar, sino aprender a hacerlo con los pies tocando la tierra. Como recuerda Thich Nhat Hanh, el verdadero milagro no es caminar sobre el agua, ni volar por el cielo. Es estar vivos, acá.


Y eso, en sí mismo, ya es un acto sagrado.







 
 
 

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